Difícil. Sentir general. El gran número de personajes, situaciones, ambigüedades, escenas y en definitiva, lo complejo de la trama hizo de esta novela una pequeña carrera de obstáculos, que si bien llegamos al final, muchos nos perdimos por el camino.
Pero para eso están los Clubes de Lectura. Para sacar todo el provecho de lo leído, y a veces de lo no leído y dar opiniones y pareceres que nos facilitan la comprensión de la obra. Y así fue. Pese a lo tortuoso de la senda llegamos a buen puerto, dando salida a la trama, cambiando el nudo y el desenlace y criticando, con perdón, lo mal que termina, ya que cuando hay un malo, éste tiene que pagar sus actos y sobre todo, cuando hay amor, amor del bueno, tiene que terminar bien. Víctor tiene más razón que un santo, las cosas claras y bien hechas.
Para la próxima vez algo menos engorroso, que incluso de ser un formato de lectura fácil, no fue tan sencillo, pero la experiencia, como siempre, resulto muy enriquecedora.
Por cierto. No logramos salir del cuarto amarillo ni por la puerta ni por la ventana ni por ningún sitio. Vamos, que aún estamos dentro. Pero sólo nos faltó la pipa para ser unos expertos detectives.
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