lunes, 20 de marzo de 2017

EL SEÑOR PIP

Menudo año lector que llevamos. Consideré este años como uno muy especial, ya que el libro que viene será el número 100 en nuestro Club, así que decidí darme y darnos un viaje por todo el mundo. Y así se está formando este año, con literatura de los cinco continente, falta uno pero ya vendrá, y con obras de quitarse el sombrero como la que tenemos en esta entrada.
Ni idea de Lloyd Jones, ni de la guerra civil sufrida en los años 90 del pasado siglo, ni dónde estaba la isla de Bougainville. Lo único que tenía asegurado es el conocimiento de Charles Dickens y su magna obra, Grandes Esperanzas.
Con esto nos lanzamos a la lectura de El Señor Pip y bien se puede afirmar que ha sido toda una aventura. Una isla remota, una guerra civil fratricida, como todas, unas gentes inocentes atrapadas por las circunstancias, un amor por la literatura, la naturaleza y por las personas, una sin razón de la violencia, un respeto por el adversario, el honor y la gloria y sobre todo la esperanza, la gran esperanza.
Dinámicas las sesiones del Club, habitual ya desde hace tiempo, y lectivas ya que hemos aprendido geografía, historia y cultura. Pero lo principal es que hemos descubierto a un autor nuevo para nosotros, que nos ha impactado su historia, y sobre todo su peculiar forma de contarla, apoyándose en una de las obras de la Literatura Universal y jugando con ella para dar sentido y esperanza al relato y sus protagonistas.
Hay que leer El Señor Pip, no importa no haber leído Grandes Esperanzas, si bien ayuda a entender mejor los acontecimientos, y prepararse para pasar unos momentos de verdadera poesía literaria y de la maldita y cruel condición humana. Pero hay esperanza, claro que la hay.

Y ahora la ficha caliente aún.

TITULO DEL LIBRO: EL SEÑOR PIP
                       
AUTOR: LLOYD JONES (NUEVA ZELANDA 1955)


ARGUMENTO: Una isla en el Pacífico, una guerra civil, una pequeña aldea y su gente abandonada de la mano de dios, el último hombre blanco que habita esa aldea, el Sr. Watts, y Grandes Esperanzas de Charles Dickens. Pese al deterioro y abandono, el Sr. Watts decide reabrir la escuela e impartir clases a los niños de la aldea. Sin grandes conocimientos didácticos y con el único apoyo de la obra de Dickens,  se convertirá en la piedra angular de la aldea, haciendo partícipe a los niños (entre ellos a la entrañaba Matilda, narradora de la historia) y al retos de adultos de mundos misteriosos y contrapuestos. Sobrevivir en la aldea es duro y más cuando aparece un nuevo habitante, Pip, ni más ni menos.



VALORACIÓN: Fascinante novela. Contraponiendo valores morales, raciales, culturales y religiosos, el autor nos muestra la historia real de una guerra civil en una isla del Pacífico, de la cual no sabíamos nada, y con esa premisa nos adentra en un mundo lleno de literatura, de ilusión, de amor, de horror e imaginación que nos acrecienta nuestra felicidad por la lectura. Junto con una buena edición, sus escasas 250 páginas nos llenan el alma y nos dan pie para leer, o releer, Grandes Esperanzas y a interesarnos por lo sucedido en la isla de Bougainville. Se le cataloga como RESERVA.

lunes, 13 de marzo de 2017

TAL MES COMO ÉSTE, EN 2010, ADIÓS MUÑECA

No es nuestro estilo más apreciado, pero este clásico de Raymond Chandler, no podía faltar en el Club. Nos embarcamos en una historia trepidante llena de emoción y suspense al mejor estilo cine negro de los años cincuenta, en compañía del mítico detective Philip Marlowe y con él nos adentramos en los tortuosos mundos de la noche.
Como ya ha quedado reflejado, este tipo de literatura no nos permite mucha fluidez en las reuniones, ya que es un continuo "perseguir" el final, descubrir la trama y a los culpables; los malos, que no nos deja disfrutar de la parte literaria.
Pero después de todo quien más o quien menos tiene un grato recuerdo del detective Marlowe y de su creador, abriendo la puerta a nuevas aventuras para los amantes del género.
Para terminar, aquí va la ficha.

TITULO DEL LIBRO: ADIÓS, MUÑECA
                       
AUTOR: RAYMOND CHANDLER (USA 1888-1959)


ARGUMENTO: Un detective privado (Philip Marlowe) se ve envuelto en un misterioso asunto intentado ayudar a Moose Mally, el grandullón recién salido de la cárcel, en la búsqueda de su amor, Velma, que hace ocho años que no sabe nada de ella. Esta situación desencadena un siniestro recorrido que desenmascara los resortes del poder en una ciudad en la que las leyes se hacen para los que pagan. La corrupción como telón de fondo, el protagonista tendrá que vérselas con matones, mafiosos, timadores, mujeres fatales, policías, y todo un crisol de personajes de las bajos fondos de las ciudades americanas de los años cuarenta.



VALORACIÓN: Estupenda historia de detectives. Narrada en primera persona, con una prosa sencilla y muy ingeniosa, nos hace penetrar dentro de la mente del protagonista. Sus  287 páginas son devoradas con avidez en busca de la solución al enigma que se plantea y ciertamente, por mucho que lo he intentado, hasta el final no he sido capaz de dar con él.  Si a esto añadimos unas frases para recordar, una trama bien montada y una pizca de humor, el resultado no puede ser mejor. Se le califica como de CRIANZA.

jueves, 9 de marzo de 2017

EL RINCÓN DE PILAR

Fiel a su cita (y a la nuestra) Pilar nos deleita con esa facultad de síntesis que nos tiene admirados y nos expone su peculiar resumen de la fabulosa obra que leímos el pasado mes.
Muchas gracias y muchas veces.

 CAPITÁN DE ALTURA

La verdad se encuentra escondida
en  un pozo, sin un triste velo
que cubra las partes vergonzosas
e indecentes de su cuerpo.

Precedió a la llegada Capitán de Altura
un clima hecho de tragedia y misterio,
como si el destino preparara a la gente
para acontecimientos venideros.
Desapareció  Zé Cajinquinha
rumbo al sur, dejando a Dondoca
mulatona de carnes prietas
 sin dinero castidad ni honra.
El Meritísimo juez Alberto Siqueira
da orden de búsqueda al Don Juan,
olvidando que está jubilado y carece
de comisario a su orden, ni fiscal.
El juez la sienta en su regazo para
aconsejarla, le acaricia las mejillas,
pellizca su brazo mientras le reprende
ella se deshace en lágrimas arrepentidas.
En una palangana de agua caliente
con la camisa remangada,
para curar a Dondoca de resfriados
y gripes el Meritísimo los pies le lava.
Las manos del improvisado médico
 suben hasta las rodillas y adyacencias,
resulta emocionante ver a un hombre ilustre
gloria bahiana de la jurisprudencia,
arrodillado ante una joven de pocas luces
 y ningún caudal... mulatona suculenta.
Doña Ernestina, su esposa, mantecas al aire
120 kg derramándose en el lecho
exigía al meritísimo
un exagerado sobreesfuerzo
Él merece pequeñas contravenciones
a la rígida moral para compensarle
de sus penosas y muy pesadas
obligaciones matrimoniales
Mientras su esposa ronca la siesta
 él aprovecha para entregarse al amor
confiesa que solo experimenta por la muchacha
un sentimiento paternal y protector
Dondoca comparte lecho con un escritor
a quien confiesa intimidades del magistrado,
él quiere sacar la verdad entre tanta polémica
y desenterrarla del pasado.
Tomaban los jóvenes precauciones extremas
hasta el punto de usar determinadas sábanas,
y cambiarlas por la noche antes
de que el juez llegara a casa de la mulata.
Ella se sentaba sobre su pecho
le besaba los ojos, y las orejas,
le mordía los labios para arrancarle
de la boca un trozo de fruta fresca.
Apareció el Meritísimo ante la puerta
dedo en ristre apuntando hacia la cama,
era el jurista la imagen perfecta
de la confianza burlada.
Tratando de ocultar su desnudez
Dondoca solloza junto a la ventana,
se acababan los bombones, las joyas,
los vestidos y  la vida regalada.
Ocurrió que Doña Ernestina
descubrió en una carta anónima,
los paseos nocturnos de su marido
hasta la casa de Dondoca.
No le salvaron las gafas negras
ni el sombrero calado,
tuvo el juez que inventar una historia
para evitar el escándalo.
Matar a su hija y al amante
el padre de la chica había jurado,
inquieto por la reputación del escritor
se vio en la obligación de avisarlo.
El zepelín Ernestina quería pruebas
el juez se tuvo que arrastrar a sus pies,
suplicarle que volviera a compartir
el lecho de los mimos con él.
El escritor estaba encantado
no le cabía mas gozo en su pecho,
pues para caer en brazos de la madura
veraneante ya estaba dispuesto.
Ahora son tres en perfecta armonía,
el Meritísimo, Dondoca y el escritor,
charlando, amando, riendo
y viviendo con satisfacción

PERIPERI
Colorido de casas pintadas de azul 
blanco,rosa, verde y amarillo,
grandes árboles en la estación y la plaza
veranos de aire festivo.
Su población fija es gente ociosa
 unos son funcionarios jubilados,
otros comerciantes de negocios
 que ya están retirados.
Van a la ciudad una vez al mes
pierden el hábito de la corbata,
andan en pijama con calzones viejos
 y camisas desabrochadas.
Se aposentan en la estación
el paso de los trenes aguardan,
las mujeres charlan de sus problemas
recetas de bollos intercambian.
En la plaza se reúnen al caer la tarde
 con mecedoras tumbonas y toscos bancos,
discuten de política y recuerdan
 los sucesos del último verano,
y en la paz infinita de ese remanso
 parece que el tiempo su hubiera parado

Cuando la muerte visitaba el pueblo
no se iba al terminar su macabra tarea,
se quedaba tendiendo sobre los jubilados
 y sus esposas su sombra gélida.
Los corazones se sentían oprimidos
como si la garra de la muerte los prendiera,
colándose en sus hogares
  para comprobar su resistencia.
Pasaba la muerte inadvertida en Bahía
 desaparecía al ejecutar su tarea,
entre tanta ansia y prisa por vivir
 no había espacio para ella.
En el pueblo era distinto,
 allí el tiempo se prolongaba,
los acontecimientos duraban sucediendo
 nada los apresuraba.
La muerte de uno de ellos
los mataba a todos un poco,
no salen de casa, se agravan su achaques
 quedan cabizbajos y melancólicos.
En los meses de vacaciones Periperi
se llena de veraneantes
de comentarios sobre sucesos ocurridos
vive la gente los meses restantes
D. Adriano Meira, antiguo negociante
de materiales de construcción retirado,
sale de noche con su linterna
a espiar a los enamorados.
Al día siguiente proporciona informes
de circunstancias picarescas a los jubilados.
que muy atentos no se pierden detalle
brillan sus ojos y se frotan las manos
El verano que precede a la llegada del comandante
se producen dos escándalos
que tiñen el ambiente del pueblo
de un desenlace oscuro y trágico.

SUCESO PRIMERO
No se debe confiar en los horarios
aunque sean rígidos, como los militares,
Ruth, esposa del Coronel Miranda
se ahogaba de soledad  por las  tardes.
Andaba necesitada de consuelo moral
era belleza de madurez lozana,
ojos de pestañas melancólicas,
cuerpo afligido bajo el sol en la playa.
Él se iba tras desayunar por la mañana
a la hora de cenar regresaba,
sin obligación de darle cariño y ternura
de cuidar de su cuerpo y de su alma.
El joven Paiva no vaciló en sacrificarle
algunas horas de sus días ocupados,
abandonando paseos, fútbol, amigos
y hasta un prometedor noviazgo.
Burló el teniente la rigidez de sus horarios
para sorprender a su mujer,
compró uvas, queso mermelada
y una botella de vino portugués.
Apenas atravesó el umbral, la criada
fiel a la casa desde hacía muchos años,
desapareció pidiendo socorro
como alma que lleva el diablo.
Con los paquetes colgando de los dedos
y la botella bajo el sobaco,
abrió de un puntapié la puerta
y contemplo al espectáculo.
El joven saltó del lecho y por la ventana
se plantó en la calle desnudo,
atravesó la plaza abarrotada de gente
como su madre lo trajo al mundo.
Los curiosos mas audaces pudieron ver desnuda
a la esposa por la ventana abierta
dando al esposo explicaciones
clamando al cielo por su inocencia.
Hablaron a puerta cerrada, hicieron las maletas
se marcharon esa misma noche
iban agarraditos y cariñosos
según testimonio de los espectadores

SUCESO SEGUNDO
Si no fuera por los sucesos trágicos
que envolvieron a la familia Cordeiro,
no hubiera podido Vasco Moscoso
comprar su casa a tan bajo precio.
Gozaban de situación holgada,
tenían cuatro hijas casaderas,
era aquella una casa de verano
con sólidos cimientos de piedra.
Rosalva inicia relaciones con un agrónomo,
Adelia, la mas joven de las cuatro,
se largó llevándose las ropas de sus hermanas
y a Arístides Melo, médico y casado.
La abandonada esposa reclamaba a gritos
el marido que la joven le robó,
se decreta la quiebra del negocio paterno
Don Pedro Cordeiro se suicidó.
Cuando se supo que los bienes del suicida
se encontraban hipotecados
el agrónomo sopesando pros y contras
dejó a Rosalva rompiendo el noviazgo.
Don Adriano Meira iluminó con su linterna
a la mayor entreverada con un desconocido,
muy de madrugada en la playa
con el vestido alzado hasta el ombligo.
Huyó la familia del pueblo
las lluvias cayeron fuertes,
encharcando las calles arenosas
y encendiendo la imaginación de las gentes.

Llegó la noticia de que se había vendido
 la casa de ventanas verdes,
la llegada anticipada de la criada,
 abrió perspectivas en su curiosidad latente.
Responde ella con monosílabos,
 rechaza el ofrecimiento de ayuda,
es mulata rezongona
 de pocas prosas y muy tozuda.

VASCO MOSCOSO CAPITÁN DE ALTURA
Llegó el comandante con chaquetón y gorra
 clavada la mirada en el infierno,
tal vez recordando mujeres abandonadas
 o a sus marineros muertos.
Saca su cachimba adornada con senos
 y muslos desnudos de mujer,
empieza a contar mil historias
 que nadie se quiere perder.
Parece la sala el puente de un navío
 tanto que alguno al entrar se mareaba,
desapareció el piano donde Adelia
valses y polcas asesinaba.
Había una escalera de cuerda
 colgando por la ventana,
que siempre mantenía abierta
 y conducía a la playa.
Con  diez años ya era grumete
 en un destartalado carguero,
a los treinta y siete le nombran comandante,
era ya un viejo marinero.
Cambia a menudo de navío
 porque quiere ver nuevas tierras,
recorrer bajo banderas distintas
aventuras de amor y guerra.
En un marco hay colgado un diploma
de “Caballero de la Orden de Cristo”,
concedida por el rey de Portugal
  por su relevancia en el comercio marítimo.
Giovanni, marinero a sus órdenes
 pidió que si moría embarcado,
hundieran su cuerpo en aguas de su país
 para que su alma tuviera descanso.
Que su cuerpo alimente a peces familiares,
 que sus ojos puedan mirar a lo lejos,
las costas de su país y hacia ellas
 extender sus brazos yertos.
¿Como quedarse en casa embozados
 mientras el comandante en su casa
relataba el maremoto y el naufragio
 que sufrió en las costas peruanas?
Con el telescopio partían de viaje
rompiendo la frontera del tedio,
conquistaban espacios siderales
 en periplos incansablemente eternos.
Dirigían el telescopio hacia las playas
viendo así con 800 aumentos,
 los detalles mas escondidos
 de los femeninos cuerpos.
Preparó el comandante una bebida
 aprendida en el mar de Japón,
con la ayuda de la negra Balbina
la prepararon el el fogón.
Zequinha Curvelo prueba el brebaje
al final todos se van arriesgando,
hasta el abstemio Marreco empinó el codo
y se transformó en parroquiano.
Se convierte en ciudadano importante
se hacen lenguas de su cordialidad
trata a todos como amigos
 adinerados e indigentes por igual.
Conoció a una hindú en Calcuta,
 a una francesa en Marsella,
en Estambul a una turca,
 y a una rusa en Odessa,
locuras de amor, corazones  rotos,
 tantas mujeres en la soledad el navío
 que no tatúa en su brazo sus nombres
como hacen otros marinos.
Conserva fotografías, mechones de cabello
sugerentes piezas de ropa íntima
 el son cristalino de una carcajada
la emoción de una lágrima en la mejilla

-Se llamaba Dorothy, morena delgada,
cabellos rebeldes cayéndole en el rostro,
piernas largas, boca inquieta
y cierta angustia en los ojos.
Viaja con su marido, un tipo deforme
 solo preocupado por sus negocios,
indiferente a la belleza de su esposa
 y a la angustia que poblaba sus ojos.
Clavaba en mí sus ojos como si quisiera
 adivinar mis pensamientos,
una noche la encontré en mis brazos
 nos juramos amor eterno,
enloquecí al probar su boca,
 le confesé que amarla no podía
mis ojos estaban húmedos
yo, que no había llorado en mi vida.
En mi expediente de cuarenta años
 jamás cayó una pequeña mancha,
ella dijo estar dispuesta al suicidio
 si yo mi amor no le entregaba.
Se presentó en el puente de oficiales
 en camisón plenamente vaporosa,
toda envuelta de encajes
mal cubierta de carne ansiosa.
El cuerpo esbelto de Dorothy
 corría entre ellos por la sala,
los jubilados embelesados
 la veían y la deseaban.
Presenté mi dimisión por cable
 me ofrecieron aumento de sueldo,
los armadores me suplicaban
 porque mi nombre gozaba de respeto.
Me despedí  de la tripulación
desembarcamos en el primer puerto,
fueron dos semanas de delirio
 y absoluto desenfreno,
entregados al amor con una furia insensata
 en plena selva tropical,
escondidos en una pequeña casa
 en los linderos de la ciudad.
Las fiebres la mataron en dos días,
 tatué su nombre en mi brazo,
juré no volver en mi vida
 a subir a un puente de mando.
Dorothy vientre febril
 toda ella ardiente brasa
seguía paseándose silenciosa
entre los concurrentes de la sala.
El comandante la tomo de la mano
 entró al cuarto de la criada,
la vieja Balbina se hace a un lado
 y les hizo un hueco en su cama.

Llegó junio con cortejo de lluvias,
se hacen novenas a San Antonio,
beben licor de jenipapo y hunden
 sus hocicos en platos sabrosos.
Se festeja San Juan y San Pedro
 para dar el sermón se busca un padrino,
honra muy codiciada por todos
los habitantes masculinos.
Venía al pueblo el padre Justo,
decía misa por la mañana,
en las hogueras encendidas
tostaban maíz y asaban batatas.
Había fuegos artificiales
millones de chispas en el aire crepitaban,
subiendo raudas hacia la luna
como queriendo alcanzarla.
Chico Pacheco mandó decir misas
y regaló un capón al vicario,
buscando que le nombrara padrino
 pero el cura lo rechazó este año.
Era el comandante Vasco Moscoso
 el mejor de los candidatos
el reverendo solo intentaba
 mantener en paz su rebaño.
Incluso las lenguas mas viperinas
 no le conocen al cura líos de faldas,
aparte de la moza que atiende
los quehaceres de la rectoral casa,
de suave y modesta belleza
 como una imagen de santa.
Sintió un violento anticlericalismo
echaba pestes sobre el clero,
le recuerda anteriores regalos
 promete donaciones cuando gane el pleito.
Deja las insinuaciones contra Vasco
 para pasar a frontales acusaciones,
no podía ser tan rica su vida
 cuando la suya era tan mediocre.
Inventó que su proceso
estaba a punto de solucionarse,
partió bajo la infernal lluvia
lleno de rabia y coraje.

El pueblo apoya al comandante
pues todos ellos, jubilados y tímidos,
necesitan sentirse partícipes
 de una parcela de heroísmo.
Por comedida que sea la vida,
lleva dentro una diminuta chispa
capaz de transformarse en incendio
saliendo así de la monotonía.
En la vida arriesgada y temeraria
 del comandante encontraban peligros,
 pecaminosos amores y batallas
que ellos jamás habían vivido.
En el mar rojo fueron devorados
 por tiburones diecinueve marineros,
él se salvó gracias a la bondad divina
 y a su destreza en el manejo,
del cuchillo con que abrió la barriga
 de tres tiburones hambrientos
¡muchos tiburones parecen!
 dijeron los partidiarios de Chico Pacheco.

Apareció Vasco Moscoso
 pintiparado con chaquetón de gala,
de ardor patriótico llevaba
 también engalanada el alma.
Alarmantes toques de bélico clarín
 despertaron a la población de madrugada,
Caco Podre, recuperando su juventud
 en  la plaza dio el “Toque de diana”
Izaron las banderas de Brasil y Bahía
 en el improvisado mástil de una cucaña,
cohetes estallando en el aire
bombas de palenque resonando como salvas.
Por las ventanas abiertas
 caras de sueño asomaban,
a la plaza corren los niños ,
 los jubilados van llegando en pijama.
 Exalta la memoria de los libertadores bahianos
 el comandante durante su discurso,
explotando de indignación y rabia
 contra los opresores lusos.
Tras los himnos comenzó el desfile
 los botones de su chaqueta brillaban al sol,
llegó su fama aquel 2 de Julio
 a los límites extremos de la región.

Se desata la tempestad, Chico Pacheco
desciende del tren gritando:
¿ no os avise? ¿no os lo decía?
 jamás un navío ha pisado.
Llevaba un cuadernito negro
 donde mil fechas había apuntado,
de vez en cuando lo abría
para poder consultarlo.
Le escuchaban sorprendidos
 algunos, los que le daban crédito,
empezaron a mirar al comandante
con absoluta arrogancia y desprecio.
Otros no creyeron al recién llegado
 pero recelaron del comandante,
 como los dos tendrían sus razones
 quedáronse en tierra de nadie.
Y hubo quienes no creyeron una palabra
del Inspector de Consumos
entre los primeros Adriano Meira,
Zequinha Curvelo entre los últimos.
Los ánimos se fueron exaltando       
viejos amigos ya no se hablaban
a punto estuvieron de llegar a las manos
y darse un atracón de bofetadas.

VERSIÓN DE CHICO PACHECO
ARAGAOZINHO
Su abuelo era jefe de la firma Moscoso & cia
 prestigiosa, expendedora de mantecas,
de excelentes vinos, exquisito bacalao,
de quesos olorosos y batatas inglesas.
Portugués de rígidos principios
 cuya palabra vale mas que cualquier
 documento firmado, es  sobrio
 en  el vestir, en el amar y en el comer,
El edificio tenía tres pisos,
 en el tercero vivían los empleados,
y en los cuartos mejores, los clientes
que están en la ciudad de paso.
Quiso un día el abuelo
 meter en el negocio a su yerno,
le ofreció un puesto en la oficina
pero ¿por quién le tomaba el viejo?
Él tenía cinco o seis empleos a su disposición
 pero no terminaba de decidirse,
no logró ni un contrato oficial para la firma ,
 pero en su negativa se mantuvo firme.
De noche era un hombre libre
con asuntos comerciales que resolver,
por la tarde era esposo intachable
dedicando su tiempo a su mujer.
Le hacía el amor con constancia
con melindres de enamorado,
volvía de madrugada sonriente
 de hembra y aguardiente colmado.
Su muerte fue llorada por su esposa,
 por amigos, compañeros de juegos
y por acreedores horrorizados
 por la pétrea insensibilidad del suegro.
Vasco perdió a su padre a los tres años
 y a los pocos meses a su madre también,
incapaz de resistir la añoranza
 del marido apasionado e infiel.
Fue criado por el abuelo
a los diez años lo metió en oficinas,
empezó barriendo salas y el almacén
 y cargando mercancías.

Rosa, la misma cocinera negra
 que el abuelo frecuentaba,
alegra sus noches en aquel cuarto
de calor asfixiante y sin ventanas.
El viejo miraba al nieto
 y movía la cabeza desanimado,
no revela estilo ni manera para el negocio
 es desatento y descuidado.
Lo coloca como viajante
 a la espera de resultados,
 pero su paso por la corporación
 fue fulgurantemente rápido.
Concedía créditos a comerciantes en quiebra,
vendía según sus simpatías,
en lo mas alto de cada prostíbulo
 dejó su nombre y el de la firma.
Volvió a ponerlo en el despacho
 para acompañar a los clientes por el interior,
para eso era excelente, buen compañero
 de juerga y mejor conversador.

Carol,reluciente de alhajas
hermosos  anillos en los dedos
 pendientes en las orejas
 collares en el pescuezo
erguido el corpiño,  diadema en el pelo
arrastrando la cola del vestido
 de noche, busto opulento.
Cuarenta años por burdeles, primero
como pupila, después como propietaria,
desde que un viajante se la llevó consigo
 deslumbrándola con su labia
y con sus modos de ciudad grande
 para una semana mas tarde largarla
en Recife, con solo diez y seis años
 sin pureza, sin experiencia ni plata,
sobrada de miedo vagando entre puentes
 con los ojos clavados en sus aguas.
Hoy, sentada con su caja de joyas
 entre los muslos recordaba,
sus piernas temblorosas, perdida
 deshonrada y tentada por las aguas.
Cogía entonces sus anillos y collares
 sus esmeraldas y topacios
y evocaba aquella noche cuando solo
 eran suyos el miedo y el cansancio.
Le había parecido un príncipe
 de cuentos de hadas con sus muestrarios
pero príncipes, solo eran los cinco mozos
 que acudían  a la pensión Montecarlo.
Con elegantes canotiers y bastones
 vestidos de blanco y bigotes rizados,
 la rodearon entre todos
 con profusión de besos y abrazos.
Eran los calaveras mas esperados
 en las pensiones de mujeres,
iban frecuentando cafés bailes
 mesas de juego y burdeles.
Se encontraban al anochecer
jugaban al billar bebían cerveza
prolongando la noche en cabarets
partidas de póquer y cenas.
Ella mandaba y desmandaba
 hasta políticos del interior,
venían a verla, a cortejarla
 y pedirle consejo y protección.

Capitán de fragata Georges Días Nadreu
 apasionado del póquer y las negritas,
 Jerónimo Paiva pariente del gobernador
abogado sin clientes y periodista,
Teniente Lidio Marinho
 oficial ayudante de palacio,
suspirado partido de las mozas
su padre es senador del estado,
Coronel Pedro Alencar
 esta viudo y no tiene hijos
por último Vasco Moscoso Aragón
es el único que no ostenta título.
Aragoncito busca a Dorothy con los ojos
es la mantenida de Roberto,
quien le aprieta entre sus brazos besando
 con su hocico de cerdo su hermoso cuello.
Dorothy, ojos de llamarada
 labios hechos para el beso,
mujer con sed de amor
 basta mirarla para verlo.
Necesitada de macho que la cabalgue
 en los campos de la noche y galopar,
hasta las fronteras de la aurora
 mas allá de la fatiga haciéndola soñar.

Soñaba con verse ante un tribunal
defendiendo a un inocente con elocuencia,
arrancaría lágrimas con su talento
al mas insensible corazón de piedra.
Se veía después en la sala de operaciones
salvando con sus propias manos,
la vida en peligro del gobernador
con sus mil negocios aparcados.
Desfilaría ante sus tropas con porte marcial,
y condecoraciones en el pecho,
frenando la avanzada del enemigo
 entre la metralla y el fuego.
Una bala perdida le hería el pecho
 el se inclinaba en la silla de montar,
el pecho roto, una muerte gloriosa
pero inflexible su voluntad.
Sus cañones destrozarían la defensa de la ciudad
en una batalla naval, ordenaba ¡fuego!
 entrarían en el puerto de Buenos Aires,
 con la bandera de Brasil ondeando al viento.

Rapto
Pensaron los amigos que era Dorothy
 la culpable de sus desvelos,
por verla con otro no sonreía
y quisieron poner remedio.
Todo ocurrió a la media tarde
 la pensión llena de paz y silencios,
solo Dorothy permanece en ella
 pues solo puede salir con Roberto.
El magistrado Rufino, vejestorio
 llegaba en jueves alternos,
exigía niñas de la edad de su nieta
 pagaba bien sus indecentes deseos.
Hoy está con la pícara Mimi
desde la escalera se oyen sus resoplidos,
un tumulto de ruidos lo saca del cuarto
 con los calzones por los tobillos.
El magistrado está a punto de desmayarse
al ver a Carol  amordazada
y un enmascarado con una pistola
dando órdenes y le apuntándole a la cara

Roberto toma a los raptores
  por la familia vengativa llegada,
para lavar con sangre la honra
 de la moza recién desflorada.
-¡No me maten, no fui el primero!
 uno de ellos con una cuerda,
amarró al asustado Roberto
con expertos nudos los brazos y piernas.
Se van los captores con su presa
 a Roberto no le llega la camisa al cuello,
decide trasladar su residencia a Río
 promete a Carol que le enviará dinero,
a cambio de que mantenga el anonimato
 sobre su nuevo paradero.
Al jurista acongojado
 le escurría el miedo por las rodillas,
teme marcharse sin calzoncillos
y coger una mortal pulmonía,
Carol le presta unas bragas
de encajes bordados y puntillas,
no volvió a la pensión, murió en la cama
 entre los brazos de una niña.

Ahora ya podía el comerciante
usufructuar sin resquicio de melancolía,
los bienes con que la providencia y el abuelo
 le habían favorecido: soltería,
riqueza, suerte en el juego atractivo
 para las mujeres e innata simpatía,
tatuó un corazón en su brazo
junto al nombre de la mujer querida.
Pero aquel arrimo se hizo fatigoso
 declinando en convivencia cotidiana,
él puso los ojos en otras mujeres
 ella volvió a su vida pasada.
Regresó la tristeza y la melancolía
que ensombrecía los ojos de Vasco Moscoso,
los amigos empezaron a sospechar
que tenía alguna enfermedad o trastorno.
Vasco Moscoso es soltero
popular entre las jovencitas
no tener un título que añadir a su nombre
 le llena de tristeza y coarta su alegría
Hasta Dondoca que apenas sabe firmar
  comunicó un día a su escritor
que iba a graduarse con título y beca
 en la escuela de Corte y Confección.
No satisfecha con ser doctora
 de la aguja y las tijera se convirtió,
por las noches en profesora emérita
  en las ciencias del amor.

Deciden sus amigos facilitarle
 el título de “Capitán de Altura”
pues si no, su tremenda tristeza
 no desaparecerá nunca.
Ese título no se consigue en la escuela
 aprobando exámenes anuales,
sino en la comandancia de marina
ante un tribunal de oficiales.
Hay que presentar una tesis doctoral
 describiendo un viaje marítimo,
a lo largo de la costa desde la salida
 del puerto a la llegada al destino,
 resolver problemas de navegación
 cuando el mar está tranquilo,
superar amenazas de naufragios
cuando se torna bravío.
Aprobada la tesis se someterá a pruebas
 orales de navegación astronómica,
manejo del sextante,cartas de navegación
 navegación meteorológica,
navegación marítima y fluvial
derecho internacional marítimos,
tras los exámenes le darán un diploma
que lo capacita para el mando de un navío.
La tesis se la hará un amigo
deberá copiarla con su letra,
para el examen oral le darán
 las preguntas con sus respectivas respuestas.
Como se emociona el Aragaozinho,
 siente las lágrimas en sus ojos,
querría decirles a sus amigos  que son
 la sal de la tierra pero no sabía como.
Siente su corazón galopando
le salieron fáciles las respuestas,
sin un error, sin un titubeo ,
sin un desliz en la pronunciación siquiera.
Su título le daba dominio
sobre los mares, ríos y lagos,
podía mandar navíos con cualquier bandera
 en las rutas de los cinco océanos.
Encargó uniformes de verano e invierno,
 festivos, de diario, azules y blancos,
todos con las gorras correspondientes
 todos ellos en oro bordados
A cambio de un buen puñado de billetes
le otorga el rey de Portugal y los Algarves,
 el grado de Caballero de la Orden de Cristo
por la abrir nuevas rutas en los mares.

Ahora dedicaba su tiempo a buscar
objetos marítimos en los anticuarios,
instrumentos de a bordo, sextantes brújulas
 coleccionó mapas y grabados de barcos.
Compró una rueda de timón,
 aguja magnética, catalejos, cronómetro,
una miniatura del navío “Benedict”
un telescopio anemómetros e higrómetro, 
una escala de gruesa cuerda,
 cajas de whisky para los amigos,
nunca mas  se presentó ante ellos
 con la cresta caída y el ánimo hundido.

Se casó el teniente Lidio Marinho
 saliendo así de la circulación,
Georges Dias Nadreu fue ascendido
 colocado al mando de un destructor.
¿Como imaginar la noche de Bahía
como concebir pensiones y burdeles,
sin la presencia del marino rubio
 galanteando a las mujeres?
Le dijo en la fiesta de despedida:
 ¡Comandante,  alza la cresta
un marinero nunca se rinde
 al dolor ni a la tristeza!
Se acabó la carrera política de Jerónimo
le encontraron un enchufe en Río,
no quiso conocer el comandante al nuevo
 gobernador. Era fiel a sus amigos.
Siguió participando en recepciones
 y en los desfiles mezclándose con el pueblo,
ataviado con sus uniformes de gala
 pero distante de la gente del gobierno.
Un comandante de navío se acostumbra
 a la inconstancia del mar y del tiempo,
en la estela de las olas forja su carácter
y da firmeza a su corazón haciéndolo
apto para enfrentarse con una sonrisa
a decepciones disgustos y abandonos,
sus amigos salieron de su vida
dejándolo completamente solo.
Dorothy dejo la pensión Montecarlo
 un coronel viudo se enamoró de ella,
de sus ojos negros inquietos
 y se la llevó a su hacienda.

Cuando Vasco quiso volver a la empresa
  Menéndez ya era dueño de la firma,
él se había gastado durante esos años
 hasta lo que le faltaba y lo que no tenía.
Vendió su grandiosa residencia,
 compró una casita en el lago,
colgó en la pared sus diplomas
instaló sus instrumentos náuticos.
Un marinero nunca se rinde
cuando deja de ser millonario
ni cuando no se renuevan los amores
 y los amigos se han marchado,
ni cuando se pierde el gusto por la bebida
 y el sueño llega antes de medianoche,
vendió la casa del lago, se fue a Periperi
 suburbio donde no llegan los rumores.

La cuidad se dividió en dos partes
adeptos y detractores de Chico Pacheco,
tenían conflictos, se insultaban
andaban con el diablo en el cuerpo.
Los partidarios del comandante
en los bancos que dan al mar se sentaban,
a sus espaldas los de Chico Pacheco
 en los que a la plaza daban,
En medio de todo solo un hombre
 permanecía sosegado y tranquilo,
subiendo a los peñascales
 para ver la llegada de navíos.
Cuando escuchaba los rumores
 provocados por Chico Pacheco,
se limitaba a comentar con los íntimos:
¡olvídenlo, es simple despecho!
En vista de tanta envidia e ingratitud
 el comandante piensa en marcharse,
llevar a otro burgo mas civilizado
 el privilegio de contarlo entre sus habitantes.

El destino es caprichoso, interviene
para restablecer la verdad de acuerdo,
con sus propias simpatías
y no a la vista de pruebas o documentos.
Llegó a puerto un barco de la Compañía
Nacional de Navegación Costera,
su comandante había muerto
 a media hasta lucía su bandera.
El primer oficial asumió el mando
 pero las leyes del mar exigían,
que otro capitán dirigiera el navío
hasta que llegara el de la Compañía.
Vino un forastero a pedir al comandante
con la mejor de sus sonrisas,
que se hiciera cargo del navío
 para poder seguir con la travesía.
-Juré no pisar un puente de mando-
 asegura el comandante muy serio,
a Zequinha Curvelo no parece
agradarle nada este comienzo
-Está obligado- responde Americo Antunes
 por las leyes de la mar,
hablan a solas, todo se arregla
nada puede salir mal.
Explica a los amigos que ha exigido
a la compañía un documento
explicando las razones
 por las que quebranta el juramento.
Salió con las maletas, repartió abrazos
                          tomó camino de la estación,                            
sus rivales creían que huiría,
los otros que cumpliría con su obligación.    
A lo lejos, la silueta del barco
 echaba humo por la chimenea, 
lo vieron emproar a bocana
                                    y escucharon el lamento de su sirena.                                      

Fue presentado al comisario de a bordo,
 al médico, pilotos y maquinistas,
no quiere modificar los hábitos del barco,
da orden de servir la comida.
Junto al comandante un diputado
 amenaza con inminentes revoluciones,
intuye una insurrección armada
el senador se ríe de esos rumores.
El pollo exigía toda su atención
 pues amenazaba con saltar del plato,
el puré de patatas revolvía sus tripas
no conseguía dominar su estómago.
Se echó sobre la borda no tuvo tiempo
de llegar a la puerta  de su camarote,
creyó ver llegar su hora postrera
le salió la vida y la honra a borbotones.
Se sintió humillado, sin fuerzas
 para desvestirse se tiro a en su camastro,
al día siguiente con su cresta erguida
salió a cubierta con su uniforme blanco.
Va distribuyendo amables “buenos días”
hay tres muchachas en torno al diputado,
la señora con un perro escandaloso
 llamada Clotilde, es profesora de piano.
Miraba a las artistas, sin querer confesarlo
sintiendo un íntimo y hondo deseo,
de frecuentar la compañía de rameras
 como en sus mejores tiempos.
Con ellas sabía conversar
no tenía que medir las palabras,
como debía hacer con las buenas familias
 de la sociedad bahiana.

Era el barco un mundo en miniatura
había ricachos, políticos, banqueros,
mujeres  cuyo negocio es la seducción
 y sus herramientas, sus atractivos cuerpos.
Por la tarde relató sus aventuras,
contó la tempestad en el mar de Bengala,
en un carguero de bandera inglesa
 navegando por las costas de Birmania.
Rutas peligrosas agitadas por corrientes
marítimas y por  monzones azotadas,
las señoras abandonaban el ganchillo
al ver al comandante como se arrastraba
por cubierta arriesgando su vida,
 para ver después como salvaba
a un marinero atrapado bajo el mástil
 con las piernas rotas y las costillas fisuradas.
Bajó a la tercera cubierta allí viajaban
 de regreso en la misma drástica pobreza,
los campesinos que antaño huyeron
de la sequía hacia tierras sureñas.
La esperanza de mudar de destino
 les llevó a atravesar las estepas resecas,
cruzar los caminos del desierto
y las comarcas yermas.
Hoy ya solo les queda el deseo
 de regresar a su tierra,
tan pobres como se fueron
 a esperar que la muerte venga.

Perfumada con majestuoso vestido
y unos ojos que esconden una pena secreta
con cabellos perfectos vio a Clotilde
 como deslizándose por cubierta
Llenaron el aire los acordes 
de “la Boheme “ durante la cena,
imaginaba el comandante a la soprano
 vendiendo salud y mantecas,
despeñándose frágil y tísica en brazos
 del flaco tenor incapaz de sostenerla.
Clotilde se sentó al piano
 él, que la había creído una maestrilla
se sintió orgulloso con la salva de aplausos
con que saludaron las dotes de la pianista.
Caminaban turbados por cubierta,
vagando en sus sueños, un tropezón
la arrojó a los brazos del comandante,
 él la abrazó con emoción.
Sintió sus cabellos sobre su frente,
 sus seno  contra su pecho advirtió
y el ardor de su vientre huérfano
 ávido de caricias ternezas y pasión.
En el salón, las artistas impacientes
exigían a voces el comienzo de la lotería,
de premio un perfume, un llavero,
 un cenicero con el escudo de la Compañía,
y una pieza que enamoró a Clotilde
 un sofá de regular tamaño,
donde dos enamorados se miran
a los ojos cogidos de la mano.
La ganó un tipo muy charlatán
que pasaba las horas ganando,
los ahorros de comerciantes
 y acaudalados hacendados.
El comandante le pide que abandone el barco
  que ha descubierto sus  trampas,
que conoce toda la corporación
de los profesionales de su calaña.
salió a cubierta desafiando al viento
 llevando en su mano la pieza de porcelana.

En su estrecho camarote
 alta ya la madrugada,
sueña que al llegar a puerto
 una familia le aguardaba,
los hijos esperando los recuerdos
que él les traía de escalas lejanas,
la esposa se arrojaba a sus brazos
 llena de emoción deshecha en  añoranzas.
Le había faltado tiempo
para un amor estable,
siempre navegando siempre solo
con sus naufragios y tempestades,
con sus corrientes marinas y ciclones
 sin una esposa que le diera su afecto,
sin hijos que conserven su nombre
 acogiéndose a la fortaleza de su pecho.
Tenía sesenta años, su pelo era blanco
y ya no tenía esa fuerza,
de levantar fardos de bacalao
 y barricas de manteca,
ni de sostener la rueda del timón
 en medio de las tormentas,
pero su corazón era aún el de aquel
 adolescente sin adolescencia.
Ahora, al encontrar a Clotilde sentía
cuan larga y solitaria había sido la espera,
ella tenía cuarenta y cinco años
 no era tan grande la diferencia.
Deseaba murmurarle al oído
 frases apasionadas, acariciar su pelo,
aplastar su boca contra sus labios
tumbar su cuerpo en el suelo.
Sería el encuentro de dos almas solitarias
que en el otoño de sus vida se dan el brazo,
dos almas dispuestas a marchar juntas
cicatrizadas las heridas del pasado.
Clotilde hubiera podido casarse
 tenía cualidades, pero escogió demasiado,
a la espera de su príncipe azul
 los años se le fueron pasando.
Llegó un médico, montó consultorio
 le hizo la corte mientras llegaban los clientes,
él era atento y respetado y a ella
 se le pasaba el tiempo de ser exigente.
Sus pocos clientes no le daban para vivir
en casa de la novia cenaba y comía,
los amigos le buscaron un empleo en Río
 y se preparó el noviazgo con prisas.
Por la tarde, en casa de la novia se haría
 la ceremonia civil, y la religiosa,
se fue el novio a llevar las maletas al hotel
donde pasarían la noche de bodas.
La casa estaba repleta de invitados
 llegaron el cura el juez y el escribano,
el retraso del novio alcanzó el límite
 de lo intolerable y salieron a buscarlo.
A las ocho desertaron el juez y el sacerdote
 empezó la desbandada de los convidados,
volvió el hermano con la increíble noticia
de que el médico ya se había largado.
Se encerró en casa tocando el piano
para cuando quiso, no halló quien la quisiera
él se casó con la hija de un ricacho
importante y tiene caballos de carreras.
Tal vez “El señor” para él  la reservaba
solo que un poco tardía la entrega resulta,
pues la fruta empieza a malograrse
por estar excesivamente madura.

Salia la luna en medio de las aguas
 donde había dormido y reposado,
iban a empezar por la cubierta del barco.
una aventura de enamorados
Era noche de luna llena,
 en medio de la luz pálida navegaba el Ita,
los vientos llegaban del sur y del norte
saludando a la luna con caricias de brisas.
Él sintió su aliento cálido
 ella apoyó su adornada cabeza
en el hombro del comandante ornado
 de anclas y charreteras,
Él la rodeó con sus brazos,
 ella estremeciéndose, suspiró,
sus bocas se encontraron, fue un prolongado
beso con larga sed de amor.
En el navío iluminado por la luna,
 cielo y mar en oro y plata bañados,
intercambian juramentos de amor
suspiran y se estrechan las manos.
Ella quiso contarle su historia,
 repartía suspiros entre su relato,
tuvo un novio que era médico,
contaba ella diecisiete años.
Sus almas se hermanaron en la música,
 ¡qué juntitos tocaban el piano!
ejecutando complicadas partituras
 deleitándose los dos mano a mano.
Confiaba en su dignidad y su amor
 la fecha de la boda fijaron,
le llego una carta de una modistilla
a quien su novio había deshonrado,
lanzándola al despiadado arroyo
con un hijo entre sus manos.
Con el corazón desgarrado
Tildita Soponcios rompió el compromiso,
exigiéndole que se casara
 con la madre de su hijo.
No le gustaba hablar de aquello,
 esa herida nunca cicatrizó
juró no mirar a los hombres
 cerró a cal y canto su corazón.
El comandante le cuenta las razones
 de su vivir esquivo y solitario,
ella se llamaba Dorothy
 lleva en el brazo su nombre tatuado.

Ella le pide que su compromiso
en secreto lo mantenga,
quiere una boda intima
 sin invitados ni fiesta,
no quiere un noviazgo largo
 el sufrimiento le había vuelto desconfiada,
no le revela sus apellidos
 su espíritu romántico el misterio adoraba.
Cuando desembarquen le dará un papel
con su dirección y nombre completo,
quiere poner su amor a prueba
 guarda el papel al calor de su seno.
Él le comunico, que no se reducían sus bienes
 a los haberes de la jubilación,
que tenía casa propia en una de las playas
 mas elegantes de Salvador,
que tenía papel del estado
 con rentas mas que necesarias
para garantizarle una vida
placentera,confortable y holgada .
El comandante aprovechó para escabullirse
cuando Clotilde en una iglesia  entró
cuando termina sus preces y no lo encuentra
 a su lado, se le para el corazón.
Sus ojos lo buscaban impacientes
 mientras se le llenaban de lágrimas,
a donde fuiste sin avisarme
porqué me dejaste plantada?
Sacó del bolsillo una cajita
con dos alianzas recién compradas,
sellando así su compromiso
 en el silencio de la fría estancia.
Él tenía una vida excitante para depositarla
 en su seno y compartirla para siempre
haría la petición de mano oficial
al llegar al destino al día siguiente.

FINAL DEL VIAJE
Había sido un viaje sencillo
sin incidentes dignos de mención,
no hubo amenaza de naufragio
ni motín de la tripulación.
Su misión había terminado
las máquinas redujeron el ritmo,
ya divisaban el puerto,
el navío llegaba al destino.
Dijo el oficial: un marinero
debe conocer las leyes del mar,
y en el último puerto solo el comandante
las últimas maniobras debe ordenar.
Para amarrar el navío al muelle
¿cuantas amarras deberemos utilizar?
Respondió el comandante con la voz
de alguien acostumbrado a mandar:
-¡con todas!... se miraron sorprendidos
pues esperaban ver su desconcierto,
las risitas de tripulantes y oficiales
indicaban que le habían descubierto.
-¿Con cuantas anclas, con cuantas cadenas
con cuantos cables lo amarramos a puerto?-
con todas, con todas, con todas,
utilicen todos los elementos!-
Mil cables se balanceaban en el aire
 arrastraban maromas los marineros,
-¿con cuantos strings...comandante ?
-¡con todos!... las risas crecieron.
-¿también el anclote, comandante?
-¡también, ligado por amarra y por cable de acero!
Cuando la maniobra termina
era el comandante el hazmerreir del puerto.
Fue en busca de su querida Clotilde
pero ella lo miró con desprecio,
le dio la espalda e hizo añicos
el tibio papel que portaba su seno.
Se paró en el primer escalón
le lanzó otra mirada de desdén,
sacó del dedo la alianza
y la arrojó con rabia a sus pies
Solo Mohema, la mulata, lo consolaba
murmuró un gracias con la voz perdida,
desapareció con paso vacilante
como un anciano de cresta caída.
Llego a la pensión de Doña Amparo
cordial y desdentada mestiza,
estaba vacío,cuando llegara a Periperi
¿que historia les contaría?
En el silencio pesado del bochorno
retumban las carcajadas en su pecho,
agobiado por la tristeza y el aguardiente
se sumergió en un profundo sueño.

Contrariando las previsiones meteorológicas
se desató sobre el puerto y la ciudad,
la mayor tempestad de todos los tiempos
en la historia de aquel lugar.
Apresurados e inclementes
llegaron los vientos furiosos,
venían desatados con rabia
rugiendo de inquina y odio.
De todos los cuadrantes del mundo
llegaba un tifón dispuesto,
a destruirlo todo a su paso
para salvaguardar un sueño.
El mistral sorprendió a un yate
en un salto macabro le dio un volteo,
rasgo las velas, arranco el timón
y lo lanzó lejos, muy lejos.
El Terral y el Aracatí se ocuparon
de un barco ingles y un navío brasileiro,
batiéndolos entre sí, con rumor de cascos
 rotos, los lanzaron mar adentro.
El terral mas nacionalista
se entretuvo con el carguero,
pasando su afilada lengua como un cuchillo
por la garganta de los rubios marineros.
Llegó el  Simún levantando arenas
con el fuego ardiente del desierto,
llegaron los alisios hundiendo vapores
yates, buques, navíos y veleros.
Llego el frío de las estepas de Siberia
en alas de glaciares vientos
llegaron con un considerable retraso
porque venían de muy lejos.
El Harmatán revolcó barcos
arrojándolos contra el muelle,
no falto a la cita el Viento Negro
con su canción siniestra de muerte.
Los Monzones llegaron del Índico
por donde tanto navegó el comandante,
arrancaron casas revolcándolas
como las hojarascas de los árboles.
Con los vientos llegaron las lluvias
que dormían en las húmedas florestas,
trayendo las aguas estancadas del tifus
de la malaria y la viruela negra.
Vinieron, transformando la ciudad
en miles de ríos y torrenteras,
el amazonas empezó a desbordarse
y a horadar con sus dientes la tierra.
El clamor pavoroso de las aguas
se escuchó en Africa, donde reconocieron
el grito de guerra del Xangó,
dios de los rayos y los truenos,
dios de la virilidad y la justicia
dios de la danza y el fuego
que iba impartiendo justicia
fabricando islas, regalando muertos.
Se arrodillaban a rezar hombres y mujeres
iba la gente por la calle en desespero,
era el juicio final, se llenaron las iglesias
se vieron libres asesinos y rateros.

Cuando se fue la tempestad
brillo la verdad en el firmamento,
los ricos valoraban sus perjuicios
los pobres contaban sus muertos.
El telégrafo nacional
y el cable submarino
transmitían a los cinco continentes
la noticia del inmenso cataclismo
 y el nombre de la única persona que supo
prever la tempestad y salvar su navío.
Le hicieron un homenaje
le entregaron un pergamino,
que daba cuenta de los hechos
y un medallón conmemorativo.
Triunfal desembarcó en Periperi
bajo halagos, vivas y cohetes
llevado a hombros por sus amigos
hasta la casa de ventanas verdes.
Chico Pacheco cambió de residencia
pues no cabían allí al mismo tiempo,
el comandante con su flamante gloria
y él con su interminable proceso.

Por la noche en la sala del telescopio
les habla de Clotilde, tan bonita
¡con tanto muchachito guapo a bordo
se enamoró de él, la mulatita!
Resultaba difícil distinguir la verdad
desnudarla de sus velos de fantasía
fue Clotilde, o Mohema a quien se declaró
en cubierta bajo la luna fría

No hay matices, cielo o infierno
el purgatorio es invención tardía
para producirnos consuelo,
todo es verdad o mentira.
A muy pocos alcanza
el don de la fantasía
hay verdades que envilecen
y a los indefensos humillan
Ante esa verdad de tiranos
de puras intenciones falsamente cargada
celebro el elogio de una mentira bella
y cálida como la piel de una mulata

¿Quien llevo a Vasco de Gama y a Colón
al puente de sus carabelas?
¿quien dirige las manos de los sabios
que mueven palancas creando estrellas?
¿Quien dibuja una nueva luna en el cielo
de este suburbio del universo?
¿Está la realidad en la verdad de cada uno
o en los hombres que tienen sueños inmensos?