Efectivamente, con esta novela el Club de lectura se embarca en un viaje inolvidable en compañía de una familia que por diversos motivos, sobre todo económicos, tiene que abandonar su hogar y emprender un largo y tortuoso viaje de este a oeste de Norteamérica. Un viaje que termina con la esperanza abrazada al seno de una joven madre.
Puestos en carretera y en compañía de toda la gente que una vez tuvo un sueño y creyó en la necesidad de marchar para mejorar, nos quedamos atrapados para siempre en esta monumental obra que nos proporcionó tal fascinación y placer que se notó y mucho en las sesiones, con una participación apasionada de todos y cada uno de los miembros del Club, siendo recordada como una de las mejores novelas leídas hasta la fecha.
Totalmente recomendada su lectura.
Aquí va la ficha, me perdió la pasión, que resultó de su lectura.
TITULO DEL LIBRO: LAS
UVAS DE LA IRA
AUTOR: JOHN STEINBECK (USA 1.902-1968)
ARGUMENTO: La familia Joad, Tom padre, Tom hijo, Ma, Al, Noa, Ruthie,
Winfield, el abuelo y la abuela, el tío John y el expredicador Jim Casy se
trasladan con todo lo que tienen desde su Oklahoma natal hasta la próspera
California en busca de una vida mejor, ya que la gran depresión del 29 los ha
dejado en la miseria. Junto a ello otros miles de emigrantes se dirigen a la
promesa de trabajo y futuro. Pero todas las esperanzas se ven truncadas cuando
la cruda realidad los lleva a un destino hostil, miserable, explotador y donde
son rechazados (okis) y humillados. Sólo la unión de la familia les dará
fuerzas para sobrevivir a ese calvario. Sus ansias de mejorar y ver un futuro
mejor les ayuda a no rendirse. De la sequía que les expulsa de su casa, a la
inundación que les ahoga en California van las aventuras y peripecias de unos
seres humanos lo pierden todo, todo menos su dignidad, la dignidad del pobre.
VALORACIÓN: La edición deja que desear, pero así todo y
dificultades a parte para la lectura, esta obra, sus 500 y pico páginas son la
maravilla de las maravillas de la literatura del siglo pasado. Es una gozada.
¡Por Dios, qué final!. Llamando al pan, pan y al vino, vino, Steinbeck nos mete
en la piel de todo un país inmerso en una gran crisis y de cómo sus habitantes,
los de aquí y los que vienen a trabajar de otro sitio se enfrentan a la cruda
realidad de la condición humana. El hambre es el gran protagonista y motor de
todo. Simplemente el hambre. “Estoy aprendiendo una cosa buena –dijo-. La
estoy aprendiendo siempre, todos los días. Si se está en apuros, o se sufre, o
se tiene necesidad..., hay que acudir a los pobres. Son los únicos capaces de
ayudar..., los únicos”. SE LE CALIFICA COMO DE INMEJORABLE.
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