CUMBRES
BORRASCOSAS
HEATHCLIFF
Fue a
Liverpool por negocios
con la
promesa de traer a la vuelta
un violín
para su hijo Hindley
un látigo
para su hija pequeña.
Mira lo que
te traigo mujer:
es un regalo
inesperado
apareció un
niño que de tan negro
parecía
haberlo enviado el diablo.
Parecía
mayor que Catalina
pero el
gitanito se negó a hablar
-¿porqué
lo has traído a casa si nosotros
ya tenemos
hijos propios que cuidar?
El amo había
encontrado al chiquillo
en las calles
de la cuidad, hambriento.
no tenía
familia y traerlo consigo
le pareció
el mejor de los aciertos.
Hindley ya
tenía 14 años
Catalina unos
pocos menos,
el Sr.
Earnshaw mandó acostarlo
en el cuarto
de sus hijos tras el aseo.
Los hermanos
se negaron
a aceptar al
intruso en sus lechos,
Elena la
criada lo saco a la calle
para que
durmiera al sereno.
Le pusieron
el nombre de Heathcliff
que era el de
un niño que los amos
tuvieron
hacía algún tiempo
y había
muerto hacía años.
Hindley
maltrataba a Heathcliff
la señora
nunca intervino para protegerle,
él
acostumbraba a comportarse
como un niño
torvo y paciente.
Aguantaba si
parpadear los golpes
ni una
lágrima vertía,
con Catalina
fue diferente
pronto
hicieron buenas migas.
Se enfureció
el padre cuando descubrió
que su hijo
maltrataba al huérfano
pues
profesaba al pequeño gitano
un
sorprendente y desmedido afecto.
Cuando dos
años más tarde
murió la
madre de los niños,
Hindley veía
que el intruso le robaba
el afecto
paternal y sus derechos de hijo.
La niñera
compartía sus opiniones
pero cuando
los niños enfermaron
cambiaron sus
sentimientos pues
siempre
estaba a su lado el gitano.
Se dio cuenta
de que era manso,
como un
cordero y muy pacífico
tal vez
debido a la costumbre de sufrir
tal vez a los
buenos instintos.
No es que
obraba mal con el amo
sino que
demostraba indiferencia
sabía que
bastaba una frase suya
para que la
casa se plegase a sus exigencias
El señor,
para regalar a los muchachos
compró en el
pueblo dos potros,
Heathcliff
más rápido que su hermano
eligió el
más hermoso,
pero habiendo
notado al poco tiempo
que su
espléndido caballo cojeaba
pidió a
Hindley un cambio
pues el suyo
no le agradaba:
-si
no lo haces diré a tu padre
que a
menudo me das palizas
le
enseñaré mi brazo amoratado
y los
golpes en mis costillas
diré que
me echarás a la calle
cuando él
ya no esté vivo,
y veremos
entonces si no eres tu
el que
sale de casa hoy mismo.
-Coge
mi caballo, gitano,
y maldito
seas intruso miserable
demostrarás
a todos quien eres
cuando
arranques cuanto tiene a mi padre.
El señor
empezó a decaer,
había sido
hombre recio y sano,
mas se volvió
suspicaz e irritable
cuando las
fuerzas le abandonaron.
Se ofendía
por una pequeñez,
se enfurecía
por imaginarias faltas,
velaba para
que a su preferido
no le
ofendieran con alguna palabra,
sabía que su
cariño hacia el pequeño
hacía que
los demás le odiasen,
se plegaban a
sus caprichos y con ello
fomentaban su
soberbia y su mal carácter.
CATALINA
Catalina les
hacía perder la paciencia
era traviesa
y caprichosa
tenía el
genio pronto a la disputa
y no daba
nunca paz a su boca.
Cantaba, reía
continuamente,
no tenía
malos sentimientos,
consolaba a
quienes hacía sufrir
tenía hacia
Heathcliff un excesivo afecto.
Al llegar la
noche acudía
a su padre
mimosamente
-vete
Catalina, decía el anciano,
no me es
posible quererte,
temo que
haya de pesarnos
haberte
dado el ser a mí y a tu madre
pide a
dios que te perdone
todos tus
pecados y maldades.
HINDLEY
Lo mandaron a
estudiar fuera
por maltratar
a su hermanastro
regresó años
más tarde
con el mismo
mal genio y casado.
Los primeros
días su mujer
se manifestó
satisfecha con su cuñada,
jugaban
juntas, le hacía obsequios
andaba con
ella por la casa.
Cualquier
palabra de su esposa
que mostrase
hacia el gitano desafecto,
volvía a
Hindley mas déspota
y removía
sus odios más viejos.
Lo sacó de
la familiar casa lo instaló
en las
dependencias de los criados,
Heathcliff
toleró con bastante
resignación
su nuevo estado.
Catalina le
enseñaba lo que aprendía,
trabajaba con
él en el campo,
crecían en
completo abandono
no estorbaban
al joven amo,
no conocían
mejor diversión
que escaparse
a los pantanos,
aunque
después José golpease
al pequeño
hasta que le dolía el brazo,
los muchachos
volvían a buscarse
y olvidaban
todo lo malo.
En una de
esas salidas
se
desencadenó una tormenta
en “La
Granja de los Tordos”
se
resguardaron del agua intensa.
Sus
propietarios eran los Linton,
y acogieron a
la niña con complacencia
pero al
gitano en aquella casa
se le
cerraron las puertas.
Catalina
permaneció en Los Tordos
varios meses,
pues cayó enferma,
Heathcliff se
sentía abandonado
el tiempo que
duró su ausencia.
La niñera le
hacía bañarse
religiosamente
una vez a la semana,
pero los
muchachos de su edad
no suelen ser
amigos del agua.
Al regresar
Catalina le sorprendió
el mal
aspecto del muchacho:
-huy,
que negro estás -le dijo
mientras le
daba un fuerte abrazo-
tal vez me
he acostumbrado
a estar
con Isabel y Eduardo
separándose
un poco dijo entre risas
Heathcliff,
¿no me habrás olvidado?
Sintió que
se burlaba de él
ni una
palabra salió de sus labios,
-no
pude contenerme al ver tu aspecto
pero si te
lavas, estarás muy guapo-
Contempló
los negros dedos
que tenía
entre los suyos
-no tenías
porqué tocarme, dijo,
yme agrada
estar tan sucio
Se había
acostado con el corazón
lleno de
soberbia y el estómago vacío,
los
orgullosos no hacen mas
que dañarse
a si mismos.
Pasó la
noche llorando,
salió de la
casa rayando el alba,
Catalina se
disgusto cuando la niñera
le informó
de que su amigo no estaba.
Cuando
regresó le dijo a Elena:
-vísteme,
no quiero disgustarla,
quiero en
adelante ser bueno
y
recuperar su confianza,
necesito
pedirle perdón
pues no es
para mí una extraña,
por más
que ahora la vea
más fina
y mejor ataviada.
Sentía celos
de la belleza de Eduardo
quisiera
tener la piel blanca como él,
su dinero, su
cabello rubio,
su porte
altanero, su esbeltez.
Se propuso
suavizar las arrugas
que tenía
sobre sus ojos,
y esas
espesas cejas empeñadas
en contraerse
en sus enojos,
alzar los
párpados sin temor, convertir
esos dos
demonios en dos ángeles
y que sean
amigos en donde quiera
que no haya
enemigos indudables,
abandonar el
aspecto de perro cerril
que justifica
los puntapiés que recibe,
y que odia a
todos tanto como
a aquel que
se los infringe.
-Los
corazones bondadosos tienen
la cara
agradable -dijo Elena al mozo-
ahora,
lavado y peinado puedes
pasar por
un príncipe de incógnito,
quien sabe
si tu padre era emperador,
y tu madre
reina de la India
y con sus
rentas podrían comprar
las dos
haciendas reunidas,
quizás te
robaron unos marineros
y te
trajeron a Inglaterra,
si yo
estuviera en tu caso me figuraría
estas
cosas para soportar las miserias.
El joven amo
encerró al chico en el desván
Catalina no
paró hasta encontrarlo,
llegó hasta
donde estaba su amigo
por una
claraboya del tejado.
No era capaz
de perdonar a Hindley
pensaba en
llevar a cabo su venganza,
acertar con
el plan conveniente
para que el
sufrimiento le destrozara.
Parió
Francisca un niño hermoso
el médico
informó al amo de casa:
-el
final de la madre es irremediable
debió
buscarse una mujer más sana.
Una noche en
que Francisca
en el hombro
de su esposo descansaba,
le acometió
un ataque de tos
palideció, y
entregó el alma.
Hareton el
niño fue entregado
a los
cuidados de la criada,
tan solo con
no escucharlo llorar
el señor
Earnshaw se conformaba.
A Hareton le
espantaba tanto el afecto
como la ira
de su padre,
pues podía
estrellarlo contra un muro
o ahogarlo
con abrazos brutales.
Su desespero
y su dolor
no se
manifestaban con lamentaciones
no sollozaba
ni rezaba, tan solo
renegaba de
dios y de los hombres.
Le dio por
entregarse a una vida
de loco
desenfreno y libertinaje,
los criados
no soportaron su tiranía
y partieron a
otros lares.
José se
quedó con sus sermones
al cuidado de
aquel botarate
y a Elena, su
hermana de leche
faltole valor
para abandonarle.
El cura dejó
de frecuentar la casa
al igual que
muchísimas personas,
Catalina, con
15 años se convirtió
en una joven
terca y caprichosa.
Nadie podía
igualar su soberbia,
solo Eduardo
Linton la visitaba
poco a poco
fue convirtiéndose
en su
diligente enamorada.
Poca
inclinación a los buenos modales
si estaba con
Heathcliff mostraba,
pero cuidaba
de no parecerse a él
si con otras
personas se hallaba.
Los trabajos
a los que debía dedicarse
extinguieron
su amor al estudio
olvidando los
buenos modales
convirtiéndose
Heathcliff en un bruto.
Tenía un
aspecto innoble y grosero,
se complacía
en inspirar repulsión
antes que
simpatía a los pocos
con quienes
tenía relación.
Estando
Catalina con Heathcliff
llegó
Eduardo Linton en su caballo,
así,
teniéndolos juntos pudo
comparar a
los dos muchachos.
Era como
pasar de un hermoso valle
a la más
oscura cuenca minera,
Linton se
expresaba de un modo más suave
que el que se
utiliza por estas tierras.
Quiso casarse
con el vecino
porque le
entusiasmaba ser
la señora
mas acomodada de la comarca
y así
sentirse orgullosa de él.
Amaba el
suelo en que ponía los pies
el aire que
le rodea y todo lo que toca
todo lo que
mira y lo que hace,
y las
palabras que salen de su boca.
Casarme con
Heathcliff sería rebajarme
pero nunca
sabrá cuanto le quiero,
hay mucho de
él en mi interior
y en él se
encuentra mi yo verdadero,
su alma es
igual a la mía
pero la de
Eduardo es tan diferente
como el rayo
lo es a la luz
de la luna, o
a la blanca nieve.
Antes de
abandonar a Heathcliff
prescindiría
de todos los Linton,
ay de quien
intentara separarlos
pues no
habían de conseguirlo
mi marido
habrá de mirarle bien
o tendrá que
soportarle al menos,
y lo hará
cuando yo le hable
y conozca mis
sentimientos.
Si Heathcliff
y yo nos casamos
viviríamos
totalmente arruinados,
si lo hago
con Linton puedo ayudarle
a que se
libre de la opresión de mi hermano.
Mi afecto por
Linton es como hojas
de árbol que
cambian con el tiempo,
el de
Heathcliff es como pétrea roca
inmortal e
imperecedero.
No podía
prescindir de su afecto
pero con
Linton se anunció su boda,
el gitano,
roto de celos
abandonó
Cumbres Borrascosas.
Eduardo
respetaba los accesos
hipocondríacos
de Catalina,
los atribuía
a que estaba enferma
y esperaba
paciente su mejoría.
Pero aquella
dicha tuvo su fin
cuando
Eduardo se apercibió
de que él no
era el objeto de sus desvelos
que solo
Heathcliff ocupaba su corazón:
-ya
que has destruido mi palacio,
le dijo,
no te empeñes en edificar
en sus
ruinas una choza y hacerme
habitar en
ella por caridad.
Catalina
perdió la noción del tiempo
era invierno,
pero abrió la ventana,
el aire
glaciar soplaba sobre sus hombros
y como un
cuchillo su piel cortaba.
La bruma lo
invadía todo
ni una
temblorosa luz brillaba,
pero mirando
a Cumbres decía
que veía
luces allá en la casa.
Volvió
Heathcliff a su morada
quería
vengarse de su enemigo
y convertir
al pequeño Hareton
en un bruto y
vulgar mendigo.
Mediante
partidas de cartas
a Hindley fue
desplumando,
consiguió
hacerse con la casa
y con la
totalidad de sus campos:
-le
arrancaré su sangre-dijo Hindley-
lograré
que todo me lo devuelva,
el
infierno se volverá mil veces
más
horrible con su presencia.
La hija de
Catalina y Eduardo
es como su
madre rubia y guapa
y en los
planes del gitano la incluye
para rematar
su venganza
Heathcliff
sabé que Catalina le ama,
su existencia
sin ella era un infierno,
fue un
estúpido al suponer
que a Linton
le tenía afecto:
-si él la
amase con toda la fuerza
de su alma
ruin y mezquina,
no la
amaría en ochenta años
tanto como
yo en un día.
ISABEL
Isabel Linton
se enamoró de Heathcliff,
él la
cortejó para fraguar su venganza,
se casaron en
contra de la voluntad
de todos y la
llevó a su casa.
La humilló
desde el primer día
convirtiéndola
en una fregona,
quería
Isabel volver a “Los Tordos”
desde el
mismo día de la boda.
Ella sabía
que el amor no era mutuo
nunca le
engañó a ese respecto
lo primero
que hizo al dejar La Granja
de los Tordos
fue ahorcar a su perro,
y cuando
quiso ella defenderle
le oyó
expresar claramente su interés
de ahogar a
quien se relacionase
con los
Linton , excepto un solo ser.
A veces
suavizaba sus experimentos
por probar
hasta donde su paciencia llegaba
y sentía
vergüenza al comprobar
como, sumisa,
ante él se arrastraba.
Evitaba malos
actos que valieran
para que
Isabel pidiera la separación
aunque no
sería él quien le impidiera
que pusiera
distancia entre los dos.
La
satisfacción de poder atormentarla
no equivalía
al tremendo disgusto
de tener que
soportar su presencia
de tener que
estar al lado suyo.
-Solo
buscaba desesperar a Eduardo,
pensaba
Isabel. casándose conmigo,
pero
preferiré que me mate antes
de darle
el placer de conseguirlo.
Sabe que
Heathcliff le odia tanto
que no puede
soportar su presencia
intuye que no
va a perseguirle
a través de
toda Inglaterra
cada vez que
la ve, su cara se contrae
en una
expresión de odio
por eso tiene
que irse lejos
de Las
Cumbres y Los Tordos.
Ha conseguido
extinguir su amor
ya no desea
que Heathcliff le mate
prefiere que
se suicide él
y no aguantar
su infernal carácter,
solo un gusto
tan pervertido
como el de
Catalina podía amarle
quiere
borrarlo de su memoria
y jamás
tener que recordarle.
Excitó su
ira hasta un extremo
que sobrepasó
su infernal prudencia,
para
satisfacer su odio y desprecio
contra ella,
se entregó a violencias.
Al ver que
lograba exasperarle
sentía ella
cierta satisfacción,
luego, se
despertó en ella
el instinto
de conservación.
Cada día al
apuntar el alba
en su
habitación se encerraba,
evitando
cualquier compañía
se entregaba
a fervientes plegarias
que duraban
hasta enronquecer
y ahogársele
la voz en la garganta,
entonces, sin
que nadie la viera
cogía el
camino hacia la Granja.
Hindley habló
con Isabel:
-usted
y yo tenemos cuentas
que
arreglar con ese hombre
que tanto
nos desprecia.
Estoy
harto de soportarle,
pero
emplear la traición y la violencia
es un arme
de dos filos con la que puede
herirse el
mismo que las maneja.
Hay que
acabar con ese demonio
pues el
acarreará de lo contrario
la muerte
de usted y mi ruina,
¡ya se
comporta como si fuera el amo!
Que
Heathcliff nunca la hubiera amado
le costaba
comprender
meses después
huyó de “Las Cumbres”
a cualquier
sitio alejado de él.
Isabel dio a
luz en la distancia
un niño al
que llamó Linton
para ensalzar
de esa manera
el honor de
su propio apellido
Heathcliff se
dirigió a los Tordos
a encontrarse
con su amada Catalina
-¿por qué
me desdeñaste?- le dijo
cubriéndola
de exasperadas caricias
no te
mereces mi consuelo,
traicionaste
a tu propia alma,
bésame, y
llora lo que quieras
serán tu
condenación mis lágrimas,
ni la
miseria ni aún la muerte misma
hubiera
logrado separarnos,
tal vez yo
soy más fuerte pero no he sido
yo quien
tu corazón ha desgarrado,
si me
querías, ¿por qué me dejaste?
has sido
tú misma quien te has matado,
¿para qué
quiero yo seguir viviendo
si ya no
te tengo a mi lado?
La mañana
siguiente amaneció
radiante,
alegre y clara,
la luz del
sol iluminaba el lecho
filtrándose
a través de la ventana.
Eduardo tenía
los ojos cerrados,
apoyaba la
cabeza en la almohada,
el cuerpo que
yacía a su lado tenía
bellas
facciones demasiado pálidas,
párpados
cerrados, labios sonrientes,
toda ella
serenidad emanabam
ella había
abandonado la tierra
y había
encontrado paz para su alma.
El reposo de
la muerte,
nadie es
capaz de quebrantar,
ves sensación
de un futuro eterno
y sin
sombras: La eternidad.
Informó
Elena a Heathcliff
de la muerte
de Catalina:
-haga
dios que no reposes
mientras
que yo esté vivo,
si yo te
maté, persígueme
hasta que
me enloquezcas
no me
dejes solo en este abismo.
Contra un
árbol apoyó la cabeza
parecía una
fiera derrotada
a la que le
ha abandonado su fuerza
del tronco
del árbol manaba
regueros de
sangre por su corteza.
Con la
complicidad de Elena
se coló por
la abierta ventana,
no podía
dejarla marchar
sin
despedirse de su amada.
Sin hacer
ruido, en un dije
que Catalina
llevaba al cuello,
metió un
rizo rubio de muerta
y un mechón
de sus propios cabellos.
Se invitó al
señor Earnshaw
al entierro
de su hermana Catalina,
quien con
criados y colonos
formaron la
fúnebre comitiva.
No fue
enterrada con los Linton
ni entre las
tumbas de los Earnshaw,
fue en una
fosa en un rinconcito
cubierta con
una grisácea piedra.
Las flores se
ocultaron bajo la nieve
las alondras
enmudecieron,
como heridas
de muerte las hojas
de los
árboles ennegrecieron.
El dueño de
Cumbres Borrascosas
había
hipotecado su casa,
Heathcliff
compró su deuda
convirtiéndose
en dueño de la morada.
Hareton, que
debería ser el joven
más
acomodado de la zona,
estaba
sometido al enemigo de su padre
y vivía como
criado en la casa propia,
no recibía
salario alguno
era incapaz
de volver por sus fueros
pues
desconocía que había sido víctima
del más
cruel de los atropellos.
Hareton es
oro en bruto
que hace el
papel de porcelana,
Linton, mi
hijo, es latón que hace
menesteres de
vajilla de plata,
uno tiene mil
cualidades
que yo le he
hecho desperdiciar,
el otro no
vale nada pero tengo
poder para
hacerlo prosperar,
y lo
increíble es que Hareton
me adora, me
quiere con locura
así he
vencido a su padre que debe
estar
removiéndose en su sepultura,
si el granuja
pudiera levantarse
y reprocharme
el mal que hago a su hijo
éste sería
el primero en defenderme
ya que me
considera su mejor amigo
Cuando Isabel
falleció
Heathcliff
reclamó a su hijo,
no permitió
que se quedara
en “Los
Tordos” con su tío.
Cuando la
pequeña Catalina
conoció a su
primo Linton,
se estableció
entre ellos
el más
estrecho de los vínculos.
Las primeras
cartas del muchacho
parecían de
colegial, tímidas y breves,
con el tiempo
parecían escritas
por manos más
competentes,
se expresaba
como hablaría un estudiante
a una figura
amorosa inexistente,
intuyéndose
la mente recia del padre
guiando la
del hijo enclenque.
Ella que era
una explosión de júbilo
le dijo: -
tu cielo parece dormido
y él: -en
el tuyo me siento borracho
yo solo
busco estar tranquilo.
Resolvieron
probar los dos edenes
se besaron y
quedaron como amigos.
Eduardo
prohibió a su hija
visitar
Cumbres Borrascosas,
el trato con
su peor enemigo
podía
acarrearle cosas perniciosas.
Pasaba junto
a su hija las veladas
tanto en
verano como en invierno,
y a ratos
charlaba con su esposa
sobre su
lápida en el cementerio.
Su enfermedad
avanzaba rápida,
sabía que
disponía de poco tiempo
el porvenir
de su pequeña
lograba a
menudo quitarle el sueño.
Que Cati se
casera con Linton
no le
importaría nada
si ello
pudiera consolarle
de su
inminente falta.
Ni siquiera
le importaba que Heathcliff
se viera en
esta batalla triunfante
sabía que
Linton era el instrumento
que utilizaba
para vengarse su padre.
Cati y Elena
convencieron a Eduardo
de que una
vez a la semana,
les dejara
dar un paseo a caballo
por los
pantanos, bajo vigilancia.
Para aumentar
el patrimonio de su hija
guardaba el
padre una parte de sus rentas,
pues no
quería que cuando el faltase
tuviese que
abandonar la casa paterna.
Que Cati se
casase con Linton
solucionaba
sus mayores problemas,
pero ignoraba
que la vida del muchacho
se le estaba
yendo con presteza.
Heathcliff
trataba a su moribundo hijo
con una
crueldad extrema,
quería
vengarse antes de que la muerte
del chico
echase sus planes por tierra.
Con medias
verdades Linton condujo
a Cati hasta
Cumbres Borrascosas,
Heathcliff la
retuvo en su casa
hasta que se
llevó a cabo la boda.
Linton se
dejó caer al suelo
sintiendo un
terror convulsivo
mi padre me
ha amenazado
me avergüenza
tener que decírtelo.
-¡Déjeme
salir!- dijo Cati al gitano
intentando
apropiarse de la llave-
no comeré
con usted aquí
aunque me
muera de hambre-
se abalanzó
sobre él, le mordió,
le clavó sus
afiladas uñas,
Linton
agradeció que la tormenta
no descargara
sobre la cabeza suya.
-mi
padre se preocupará si paso
toda la
noche fuera de casa-
-Cati,
sálvame, cásate conmigo
y llévame
contigo a La Granja
-Tu padre
no era feliz cuando naciste
porque era
a mí a quien amaba tu madre,
ahora, en
sus últimos días, hare
todo lo
posible para destrozarle,
-mi padre
creerá que he huido
si muere
antes de que yo vuelva
no podré
soportar la vida
le suplico
que me abra la puerta,
míreme,
no vuelva la cara
no me
ofende que me haya maltratado
¿no puede
al menos compadecerme?
¿es que
usted a nadie ha amado?
Eduardo
Linton dejó su herencia
en manos de
otros herederos
que eran
personas de confianza
cuando
modificó su testamento.
Cati solo
tenía el usufructo
la plena
posesión sería para sus hijos,
así no
caerían en manos de Heathcliff
y él podría
ya, morir tranquilo.
Dejó Linton
salir a Cati
y que
regresara a su casa
para
despedirse de su padre
que en la
cama agonizaba
Llego a
tiempo de verlo con vida
él, con ojos
extasiados la contemplaba
-voy
a reunirme con tu madre- dijo
y no
pronunció más palabras.
El pulso se
le fue debilitando
hasta que le
abandonó su alma,
murió
apaciblemente con su hija
velándole
junto a la cama.
Se apresuró
cuanto se pudo el sepelio
los ojos de
la hija secos se hallaban,
quizá por la
intensidad de su dolor,
o porque no
le quedaban lágrimas.
Heathcliff
castigó a su hijo
por dejar
marchar a Catalina,
mandó que lo
bajasen al sótano,
le hizo
sentarse en una silla,
ordenó salir
a José y Hareton
tras dos
horas solos en el cuarto,
ordenó a
José que ayudara a Linton
a regresar a
su cuarto.
Ahora, la
presencia de su padre
le aterra más
que los espectros,
se despierta
por la noche gritando
¡que alguien
pare este apaleamiento!
Quiso un día
Heathcliff
entre sus
brazos volver a tenerla,
cavó la
tierra con la azada
hasta oír
crujir la madera.
Sintió un
suspiro junto a la tumba,
le pareció
notar un tibio aliento
caldeando el
aire helado
muy cerquita
de su cuerpo.
Sintió que
estaba allí Catalina
no en la
tumba, sino a su lado
experimentó
un inmediato alivio
y se sintió
consolado.
-Suspendí
mi trabajo en la tierra
contó
Heathcliff, cubrí la fosa otra vez
juro que
me acompañó a la casa
que se
hallaba conmigo cuando le hablé,
la sentía
a mi lado, mas no la veía,
creo que
sudé sangre
de tanto
como rogué
que
apareciese al menos un instante.
esta
situación tan desesperante,
si mis
nervios no estuviesen templados
como
cuerdas de violín, no hubiera
resistido
sin hacerme un desgraciado.
Linton
falleció a los pocos días
Heathcliff
mostro a Cati el testamento
había cedido
a su padre sus bienes
mientras ella
velaba al padre muerto.
La herencia
se refería a muebles
ya que por
ser Linton menor de edad
no tenía
sobre sus propiedades
el derecho de
poderlas legar.
Hareton amaba
a Cati en silencio
la miraba con
el embeleso de un niño
un día
alargó la sucia mano
para
acariciarle uno de sus rizos.
Catalina dio
un salto como
si le
hubieran clavado un cuchillo:
-¿cómo te
atreves a tocarme?
¡vete! le
ordenó entre gritos.
Hareton le
replicó: todos hemos
tenido que
empezar alguna vez,
y todos
hemos tropezado
en el
umbral del saber,
si quienes
ejercieron de maestros
de
nosotros se hubiesen burlado
hubiéramos
seguido siendo incultos
y
continuaríamos tropezando.
Él se había
limitado a trabajar
y hacer una
vida vegetativa,
hasta que se
cruzó en su camino
su hermosa
prima Catalina.
La esperanza
de que le felicitase
alentaba su
afán de aprender,
pero ella
premiaba sus esfuerzos
con mofas y
profundo desdén.
Cati se
volvió melancólica
se irritaba
por cualquier niñería
pero empezó
a mirar a su primo
de una forma
bien distinta.
Si Hareton
estaba presente
ella leía
libros en voz alta
y en los
pasajes más emocionantes
para el
joven, se callaba.
Dejaba el
libro sobre la mesa
a ver si el
anzuelo picaba,
pero él,
herido en su orgullo
abandonaba la
estancia.
-¿Sabes
Hareton que me gustaría
que fueras
mi primo
si no te
mostraras tan rudo
y tan
enfadado conmigo?
No es cierto,
me odia, pensaba el chico,
no quiero ser
motivo de su burla,
que me trate
con deferencia y respeto
es algo que
no sucederá nunca.
Hareton con
la cabeza agachada
no sabía
dónde poner los ojos
ella se sentó
a su lado
a él se le
encendió el rostro:
-seamos
amigos, dijo Cati,
acercándose
más al muchacho,
a partir de
aquel momento
dejaron de
ser adversarios.
Hareton
estaba unido a Heathcliff
pensó
Cati-por las invisibles cadenas
que va
forjando la costumbre
y era cruel
intentar romperlas.
Apartir de
aquel momento
su carácter
se troco benigno,
y no murmuró
una sola palabra
contra
Heathcliff ante su primo.
Los sinceros
elogios de Cati
la aplicación
del chico estimulaban,
se iba
librando rápidamente
de las
sombras de la ignorancia.
Ala par que
adquiría conocimientos
sus facciones
se dignificaban,
ya no era el
zafio y sucio rapaz
que revolvía
entre las cuadras.
Los dos
muchachos tenían los ojos
como los de
la madre de ella,
aunque
algunos rasgos de Cati
la hacían
parecer más altanera.
Ese parecido
desarmaba a Heathcliff
que cuando se
acercaba al chico
para
reconvenirle por sus actos
su agitación
cambiaba de sentido.
Sabe que ha
vencido a sus antiguos
enemigos, y
ahora puede
redondear su
venganza doblegando
y humillando
a sus descendientes.
Pero ya no
quiere molestarse
en alzar
contra ellos su mano,
ni quiere
deslumbrarlos ahora
con un gesto
magnánimo,
ya no desea
destruirles
ni siente
placer en esta vida
recordar a su
amada le vuelve loco
le causa un
dolor de agonía.
En cada
momento necesitaba
recordarse
que debía respirar,
que su
corazón seguía latiendo,
era como si
tuviese que forzar
un muelle
duro a que se mantuviese
en las
posición que debe estar.
No llegó a
excluir del todo
a Cati y
Hareton de su compañía
le bastaba
con alimentarse
tan solo una
vez al día.
A veces bajo
sus pobladas cejas
una expresión
de alegría se notaba
y en sus
dientes entreabiertos
asomaba una
sonrisa extraña.
Su cuerpo,
aunque no debido
al frío, a
menudo temblaba,
parecía la
cuerda tensa
de una
malherida guitarra.
Heathcliff no
salía del salón
Elena le
llevó luz y pan,
en esta tarde
tan reflexiva
nadie
interrumpió su soledad,
Estaba
acodado en el antepecho
de una de las
grandes ventanas,
miraba hacia
el interior de si mismo
y no hacia
fuera de la casa.
Durante un
breve momento
la luz de la
bujía iluminó su rostro,
y la
expresión de su cara causó
en la criada
un terror espantoso,
con su
palidez de fantasma
sus ojos
negros y horrible sonrisa,
parecía un
espíritu de otro mundo
llegado para
impartir justicia.
Asustada
soltó la lamparilla
y quedaron en
tinieblas,
al poco
oyeron como el amo
subía por la
escalera
entraba en el
cuarto que tiene cama
con tabiques
de madera,
la mirada
todavía perdida
y sonrisa
como de otro planeta.
Sus ojos
cambiaban
continuamente
de dirección,
viere lo que
viere le hacía
estremecerse
de placer y dolor.
Quería que
desaparecieran todos
de su
particular universo,
supo que
estaba perdiendo el juicio
quiso hacer
testamento.
Cree que de
nada tiene que arrepentirse
que jamás
cometió injusticias,
aunque sus
actos hayan destruido
por completo
a las dos familias.
Es demasiado
feliz y sin embargo
no lo es
tanto como quisiera serlo,
la felicidad
que ha encontrado su alma
está
destruyendo su propio cuerpo.
Dejó
detalladas las instrucciones
para el día
de su entierro,
Hareton y
Elena podían estar presentes
acompañando
al sepulturero.
No había
necesidad de cura
ni que se
recen responsos,
él ya ha
alcanzado su cielo
y no le
interesa ningún otro.
Lo
encontraron con la aurora
la ventana
totalmente abierta,
dejaba que el
torrente de lluvia
inundara la
cama de madera.
Comprobó
Elena que estaba muerto
y su corazón
se le heló
al ver sus
ojos que miraban
de un modo
tan agudo y feroz,
Se agitaban
movidos por el viento
los postigos
de la ventana,
le había
lastimado una mano
pero
Heathcliff no sangraba,
intentó
cerrarle los ojos
quitó de la
frente su largo cabello,
parecía
burlarse de todos,
sus labios
sonreían entreabiertos.
No quiso José
encargarse del cadáver
¡que el
diablo cargue con sus restos!
¡fue un
grandísimo malvado!- dijo
bailando
alrededor del lecho-
Después
hincándose de rodillas
alzó sus
manos al cielo,
dio gracias
de que la antigua estirpe
recuperasen
al fin sus derechos.
Hareton velo
todo el día
llorando con
desconsuelo,
besaba su
sarcástico rostro
apretaba la
mano del muerto.
Solo él
mostraba el dolor real
que brota de
los nobles pechos
aunque estén
muy bien templados
y sean duros
como el acero.
Se enterró
como había ordenado
Elena,
Hareton, el sepulturero
y seis
hombres que portaban el ataúd
completaban
el fúnebre cortejo.
El joven
cubrió la tumba de hierba
para que el
sepulcro luciera hermoso,
hay quien
dice que el fantasma de Heathcliff
se pasea por
los contornos.
Otros lo han
visto junto a la iglesia
y por tierras
pantanosas,
y hasta hay
quien lo ve en las estancias
de “Cumbres
Borrascosas”
Y algún
viejo del cercano pueblo
a quien
quiera escuchar le jura,
que ve a
Heathcliff y a Catalina
paseando en
las noches de lluvia.
Elena ya no
sale de noche
y teme estar
sola en la morada sombría,
saber que los
primos dejarían la casa
le produjo
una intensa alegría.
En “la
Granja de los Tordos”
se instalarán
en cuanto se casen,
cuidando
“Cumbres Borrascosas”
quedará José
y un mozo ayudante.
Se arreglarán
en la cocina,
cerrarán el
resto de la casa
quedando a
disposición de espectros
y enamorados
fantasmas.
Hoy sigue
habiendo tres tumbas
colocadas en
un terraplén:
la de Linton
ornada por el musgo
y la hierba
que crece a su pie,
la de
Heathcliff totalmente desnuda
y entre los
dos, Catalina,
tal vez
prendiendo la mano
a los dos
hombres de su vida.
Puedes
detenerte allí
de cara al
cielo sereno,
siguiendo con
los ojos
a las
libélulas en sus vuelos.
El terreno
plagado de campanillas
y coloridas
pantas silvestres,
oyendo el
rumor de la suave brisa
merodeando
entre el césped.
Sorprende que
alguien pudiera
atribuir
inquietos sueños
a los seres
que allí descansan
en nichos tan
silentes y quietos.