Entre una sonrisa y una reflexión, un canto a la esperanza. Y para colaborar con el día del libro, próximo ya, dejo aquí esta estupenda viñeta de Flavita Banana, fabulosa dibujante, ilustradora y viñetista. Para muestra este botón.
El placer de leer es doble cuando se vive con otra persona con la que compartir los libros. Katherine Mansfield (1888-1923) Escritora neozelandesa. ¿Libros para un Club de Lectura? no hay problema. Milagros Méndez - Biblioteca Pública de Guadalajara
jueves, 20 de abril de 2017
viernes, 7 de abril de 2017
LA POESÍA DEL MES
En la última reunión de nuestro libro nº 100, EL CAMINO, se hizo referencia a un hecho trasversal que quedó en el aire, el tañido de las campañas en el funeral. Las distintas formas de sonar y sus significados para la gente del lugar. Ese sonido que penetra hasta el mismísimo tuétano. Y en este momento apareció Rosalía de Castro con sus versos hacia las campana, y a mí me dio pie para la entrada de este mes.
Espero que os guste. A disfrutar.
Yo las amo, yo las oigo,
cual oigo el rumor del viento,
el murmurar de la fuente
o el balido de cordero.
Como los pájaros, ellas,
tan pronto asoma en los cielos
el primer rayo del alba,
le saludan con sus ecos.
Y en sus notas, que van prolongándose
por los llanos y los cerros,
hay algo de candoroso,
de apacible y de halagüeño.
Si por siempre enmudecieran,
¡qué tristeza en el aire y el cielo!
¡Qué silencio en la iglesia!
¡Qué extrañeza entre los muertos!
Espero que os guste. A disfrutar.
Yo las amo, yo las oigo,
cual oigo el rumor del viento,
el murmurar de la fuente
o el balido de cordero.
Como los pájaros, ellas,
tan pronto asoma en los cielos
el primer rayo del alba,
le saludan con sus ecos.
Y en sus notas, que van prolongándose
por los llanos y los cerros,
hay algo de candoroso,
de apacible y de halagüeño.
Si por siempre enmudecieran,
¡qué tristeza en el aire y el cielo!
¡Qué silencio en la iglesia!
¡Qué extrañeza entre los muertos!
martes, 4 de abril de 2017
NUESTRO CLUB AMIGO "AQUÍ CABEMOS TODOS"
Tras dudas sobre la fecha de la reunión, que era el 30 de marzo, como yo os había dicho, nos juntamos con los componentes de nuestro Club amigo, Aquí Cabemos Todos, dirigido por Nieves formado por miembros de Asprodema Nájera.
Un gustado de reunión, con un tema interesante y participativo, creo que más que otras veces, ya que pusimos el dedo en la llaga respecto a algunos componentes de la reunión, que se vieron identificados, por diversas circunstancias, con el relato.
¿Que relato?, Bailar un tango en Madrid, un historia adaptada para la lectura fácil que nos puso en la piel del emigrante y los esfuerzos que conlleva salir a delante en otro país. En definitiva, una historia de superación.
No hay más que ver la foto para darse cuento del grado de satisfacción de la reunión.
Un gustado de reunión, con un tema interesante y participativo, creo que más que otras veces, ya que pusimos el dedo en la llaga respecto a algunos componentes de la reunión, que se vieron identificados, por diversas circunstancias, con el relato.
¿Que relato?, Bailar un tango en Madrid, un historia adaptada para la lectura fácil que nos puso en la piel del emigrante y los esfuerzos que conlleva salir a delante en otro país. En definitiva, una historia de superación.
No hay más que ver la foto para darse cuento del grado de satisfacción de la reunión.
lunes, 3 de abril de 2017
EL CAMINO
Y llegó el 100. Nuestro libro número cien en el Club y nuestro libro cien en todo los sentidos. ¡Como lo hemos pasado! Ha supuesto una bacanal lectora. Una verdadera hemorragia de satisfacción el haber disfrutado con el Grupo esta novela. Dos sesiones, solamente dos sesiones, una pena, pudieron haber sido veintidós y treinta y dos, pero hay que dar paso a otros libros y otros goces.
Nos hemos trasladado a nuestra infancia, a nuestro pueblo, a nuestra pandilla, travesuras, juegos, quehaceres y vivencias. Recordado a las vecinas, al cura, a la maestra... La fiesta patronal con su procesión, su volteo de campanas, sus cucañas, sus partidos de pelota o fútbol. Nuestro primeros amores. Ah! nuestros primeros amores.
No se puede pedir más. Es la pura verdad. Todos los miembros del Club han sido claros y unánimes con la valoración de El Camino.
No voy a recomendar su lectura, no es necesario, allá cada cual con su vida, pero un chute de felicidad no le viene mal a nadie.
Hemos progresado adecuadamente. Y para ello no hemos tenido que coger ningún tren, solo unas pocas hojas bien escritas.
He dicho.
Nos hemos trasladado a nuestra infancia, a nuestro pueblo, a nuestra pandilla, travesuras, juegos, quehaceres y vivencias. Recordado a las vecinas, al cura, a la maestra... La fiesta patronal con su procesión, su volteo de campanas, sus cucañas, sus partidos de pelota o fútbol. Nuestro primeros amores. Ah! nuestros primeros amores.
No se puede pedir más. Es la pura verdad. Todos los miembros del Club han sido claros y unánimes con la valoración de El Camino.
No voy a recomendar su lectura, no es necesario, allá cada cual con su vida, pero un chute de felicidad no le viene mal a nadie.
Hemos progresado adecuadamente. Y para ello no hemos tenido que coger ningún tren, solo unas pocas hojas bien escritas.
He dicho.
TITULO DEL LIBRO: EL
CAMINO
AUTOR: MIGUEL DELIBES
(VALLADOLID 1920 - 2010)
ARGUMENTO: El progreso, el camino que hay que seguir para progresar y las
decisiones que se teman para ello. O lo que es lo mismo, Daniel, el Mochuelo,
Roque, el Moñigo y Germán, el Tiñoso. En la noche previa a marchar a la ciudad
para continuar los estudios y progresar, Daniel, el Mochuelo, no logra
conciliar el sueño. Va a ser la primera vez en sus once años de vida que
abandone del pueblo. Desazonado y descorazonado, en esa noche de insomnio
recuerda las andanzas por su pueblo, sus gentes, costumbres, fiestas,
travesuras y en definitiva toda su corta pero intensa vida.
VALORACIÓN: Alucinante. Te deja flotando de pura satisfacción. Es una gozada
de cabo a rabo. Todos su capítulos son un canto a la vida, a la naturaleza, a
lo rural, a la infancia. Una obra llena de ternura, pero sin empalagar; humor,
pero sin hartar; de tragedia, pero sin saña; de pasión, eso sí, de pasión a
raudales, una pasión que se mete hasta el tuétano y no te deja hasta la frase
final con la que por fin puedes soltar todo lo que llevas dentro. Probablemente
una de las obras primordiales de la literatura del pasado siglo. Se le califica
como GRAN RESERVA.
EL RINCÓN DE PILAR
Comenzamos abril florido y hermoso con nuestra poeta particular. Todo un lujo tener a Pilar entrelazando libro y tras libro y hacer una pequeña obra de arte de cada una de nuestra novela. Una labor encomiable y que agradezco mucho.
A disfrutar verso a verso.
A disfrutar verso a verso.
EL SEÑOR PIP
Todo el mundo lo llamaba “Ojos
Saltones”
estaba demasiado concentrado
en lo que tiene ante sí, para fijarse
en una niña descalza de 13 años.
Parecía haber padecido un gran
sufrimiento
y no haber conseguido olvidarlo,
vestía diariamente el mismo
raído traje de lino blanco
Nunca lo veíamos sonreír,
cuando se ponía la nariz de payaso
era tanta la tristeza de su rostro
que mirábamos para otro lado
Los niños mas pequeños solo veían
a un hombre blanco arrastrando
un carro con una mujer negra
que apoya en la baranda sus manos
-¡Está como un cencerro!- decíamos
vivían en la vieja casa del párroco
no tenían hijos y él era en la isla
el último hombre blanco
No volví a llamarle “Ojos Saltones”
desde que nos convocó en la escuela
-no soy maestro- nos dijo-
pero lo haré lo mejor que pueda
Os hablaré del señor Dickens
y su obra maestra “Grandes
Esperanzas”
Sentí que Pip, el niño del libro
personalmente me hablaba
Había encontrado un amigo
los personajes estaban con nosotros
para convencernos de ello
solo teníamos que cerrar los ojos.
El Señor Wats invitó a los adultos
a compartir con nosotros
consejos prácticos a cerca
de como sobrevivir en su entorno.
Sorprendí a mi madre con
palabras
que ella desconocía, ignoraba
que otros niños también
contaban
episodios de Grandes
Esperanzas
Aprendimos el significado de
caballero:
“persona que pase lo que pase
por difícil que sea su situación
nunca olvida sus modales”
Madre no quiso volver a escuchar
mas episodios de esa historia maldita
temía que la Inglaterra Victoriana
se llevara a su querida Matilda.
No ve al Señor Wats como
nosotros
habíamos llegado a verlo
para ella los blancos son
culpables
del cierre de la mina y
el bloqueo
Me identifico con el pequeño huérfano
y con ese lugar frágil donde se
apretujaba
entre el amable y adorable Joe
Gargery
y su malvada y horrorosa hermana,
porque, entre el Señor Wats y mi
madre
ese mismo espacio surgió
supe que entre ellos habría un
conflicto
y que tendría que elegir
entre los dos.
Escribo en la playa su nombre “PIP”
allí donde las olas no pueden
borrarlo
la malaria empieza a robarnos niños
la noche se llena de lacerantes
llantos
Antaño, cuando llegaron los
misioneros
la fe en dios nos inculcaron,
pero cuando quisimos conocerlo
se negaron a presentárnoslo.
A pesar de ello, madre se agarra
a los preceptos del libro sagrado
como a un chaleco salvavidas
se aferra con tesón un náufrago.
Madre camina despacio
como una gran vela contra el viento
aunque tiene una bella sonrisa
siempre mantiene adusto el gesto.
En clase, ella nos habla
de la creación
del mundo y la predicción
del tiempo
observando los agujeros
que hacen
en la arena de la playa
los cangrejos.
Si dejan su guarida sin
taponar
es presagio de buen
tiempo
si lo cubre pero no lo
alisa
lloverá pero no soplará
viento
Bougainville es un lugar fértil
basta echar unas semillas y en tres
meses
se convierten en una planta
de lustrosas hojas verdes.
Con el machete evitamos que la selva
invada las escarpadas laderas,
enterrando nuestro poblado
entre flores y enredaderas.
Los blancos australianos
explotaban la mina
reconocíamos sus yates en
el mar,
los japoneses dejaron un
arsenal de armas
de la segunda guerra
mundial.
Los rebeldes las
repararon
en talleres secretos de
la selva,
con un poco de maña y
mucho empeño
las dejaron como si
fueran nuevas.
Tras 6 meses de trabajar
en la mina
nombran a mi padre
encargado
empezaron las borracheras
al estar en contacto con
los blancos
Los blancos abandonaron
la isla
mientras los soldados del
gobierno
acorralaban a los rebeldes
carentes de trabajo y
dinero
Adoptaron a mi padre se
fue con ellos,
lo imaginaba bebiendo
cerveza
con zapatos y pantalón
corto
y una sonrisa sinvergüenza.
Partieron hacia Townsville
cuando se clausuró la mina,
en postales nos contaba que el dinero
colgaba en las fábricas de las vigas.
Cuando íbamos a reunirnos con él
se rebelaron los hombres de Francis
Ona
declarando la guerra a la mina
trayéndonos los soldados “Pieles
Rojas”
Pasaba los dedos por mi cara buscando
algún rastro revelador de mi padre
él tenía los labios carnosos, los
mios
eran finos como los de madre.
Sacrificaría cualquier parecido
físico
a cambio de que no me hubiera
olvidado,
donde quiera que se encontrase
en el lejano mundo de los blancos.
Se apagaron las luces para siempre,
el combustible se había acabado,
dejamos de ir al colegio cuando las
maestras
en el último barco marcharon.
Veíamos los helicópteros dirigirse
en linea recta mar adentro,
al llegar a un determinado sitio
daban la vuelta emprendiendo el
regreso,
como si se hubieran dejado algo,
y nosotros desde tan lejos
no veíamos como los “Pieles Rojas”
lanzaban al mar a sus prisioneros.
Huimos todos hacia el bosque
al oír los helicópteros acercarse,
ocultos, aterrados, silenciosos,
salimos al escucharlos marcharse.
En el claro, el sol caía a plomo
sobre nuestros inertes animales,
cortaron estacas de tendederos y
huertos
se tiñó de pena la plácida tarde.
Esta visita de los “Pieles Rojas”
nos afectó de diferente manera,
unos preparan planes de fuga
otros escondían su comida en la
selva.
Todos queremos que terminen
los combates y se reabra la mina
a pesar de que los pescadores cuentan
que hasta los arrecifes llega la
mancha rojiza
Echamos de menos tener dinero
para poder comprar comida
ahora, como en tiempos de nuestros abuelos
solo comemos lo que nos ofrece la
isla
Los “Pieles Rojas” saben donde
estamos,
también lo saben los “Rambos”
así es como llaman a los rebeldes
de pañuelo en cabeza y andar
descalzo.
Cuando escucho un helicóptero
se lo que se siente cuando el corazón
deja de pronto de latirte
y se te corta la respiración.
Sam, el hermano de Victoria
llegó a la aldea, estaba herido,
pusiéronle una madera entre los
dientes
y empezaron a cortar con un cuchillo,
para sacarle las balas que los pieles
rojas
le habían empotrado en la pierna
el padre de Gilbert las van
extrayendo
y dejándolas sobre la hierba.
El Señor Wats está de pie ante
nosotros
absorto en el recuerdo de algún
lugar,
que ninguno de nosotros había visto
ni podemos siquiera imaginar
- las historias que yo os cuento-
nos dijo-
tienen que cumplir una misión
no pueden quedarse tiradas
como perros holgazanes al sol.
Pip es un huérfano que le han dado
la oportunidad de hacerse a sí mismo,
dejando el hoyo en el que estaba
para convertirse en dueño de su destino.
Su experiencia nos recuerda
la experiencia del emigrante,
marchando en busca de un sueño
o una vida mas favorable-
Daniel, increpa al Señor Wats
quiere saber como se siente siendo
blanco
-como el último mamut, un poco
solo-
le responde al pequeño retrasado.
Vuelven los pieles rojas antes del
amanecer
nos despiertan voces y agudos
silbidos,
somnolientos formamos en linea
hoy nos pillaron desprevenidos.
-Dadnos el nombre de las personas
de la aldea. No tenéis nada que
temer-
su voz sonaba agradable
no gritó ni una sola vez.
Los soldados recorren la fila
recogiendo nuestros nombres,
-hay chicas en la aldea- comentan-
pero ¿porqué razón no hay jóvenes?
Quieren conocer a Pip, han visto
su nombre escrito en el arenoso
suelo,
les informan de que es un personaje
de libro,
voy a buscarlo pero no lo encuentro.
Entran en nuestros hogares lanzan
nuestras pertenencias por la ventana,
esterillas de dormir, ropa, enseres,
y forman una gran montaña.
Ahora el rostro del oficial
tiene una peligrosa expresión,
la rabia ha desaparecido
sustituida por un aire calculador.
La llama cobra forma, nuestras cosas
crepitan como manteca de cerdo,
todo queda reducido a cenizas,
ya no tenemos más que lo puesto.
El Señor Wats se disculpa ente una
gente
que no pueden siquiera alzar la vista
lo dejan abrasarse bajo un sol
tórrido
sin ofrecerle una respuesta de
cortesía.
Grace lo conduce de la mano a casa,
sabe que no va a obtener respuesta,
se alejaron, uno alto, blanco y flaco
la otra negra de anchas caderas.
Sobre una viga, la esterilla de mi
padre
de las llamas se ha salvado,
noto en su interior algo duro, esta
envuelto en ella el libro ansiado.
¿Porqué mi madre tenía el libro?...
recordé a los aldeanos aterrorizados
y a mi madre de pie ante ellos
con la cabeza baja y los ojos cerrados.
Quiso destruir a Pip y al Señor Wats,
ese blanco descreído que se proponía
rivalizar con ella por conseguir el
cariño
de su queridísima Matilda.
Guardó silencio cuando hubiera podido
las pertenencias de la aldea haber
salvado
yo no podía devolverlo sin
traicionarla,
al decir donde lo había encontrado.
Volví a colocarlo en su sitio,
de noche, madre fingió no ver la
estera,
nos envolvimos en un denso silencio
acomodadas en el suelo de madera.
Me muestro distante con
mi madre
tumbada a su lado en la
obscuridad,
yo era la persona mas
importante para ella
sé que no me querría
defraudar.
Organizan la búsqueda del desconocido
Pip
madre y yo en nuestro silencio
encerradas
veíamos hombres necios con machetes
adentrándose en la selva para darle
caza
Quienes conocían la existencia de la
novela
sabían que lo único que salvaría sus
casas,
era encontrar el libro con el nombre
de Pip
desperdigado por sus páginas.
Vuelve el Señor Wats a tirar de su
mujer
y a ser de nuevo “Ojos Saltones”
con su nariz roja de payaso
y sus ojillos tristones.
La gente creyó que él podría tener el
libro
se encaminaron hacia su casa
yo hubiera podido detenerles
pero fui cobarde y no dije nada.
Me acerqué a la puerta, miré dentro
vi sacar los enseres de la casa,
arrastraban aparatos por el suelo
en una pila los amontonaban.
Todo lo consumió el fuego, la hoguera
era mas espectacular que la anterior
porque había mas madera
nadie intentó ocultar su implicación.
Llegaron los “Pieles Rojas” como
gatos sigilosos
vertieron en las puertas de las casas
queroseno,
sin gritos de jubilo ni disparos al
aire
nos obligaron a prenderles fuego.
Madre lo hizo sabiendo que el
ejemplar
Grandes Esperanzas se perdería para
siempre,
no quedó en el pueblo un triste
cobijo
donde poder guarecerse.
Fue un agotador trabajo,
en dos días
habíamos construido casas nuevas
mas sencillas y menos
confortables
pues el suelo no era de
madera
Dejan entrar las torrenciales lluvias
los techos rotos de nuestros
refugios,
el sol mordiente de la mañana
y las estrellas brillando en el cielo
oscuro
Volvió el Señor Wats a la escuela
dijo: ¡todo lo hemos perdido
pero no pueden arrebatarnos
la libertad de pensamiento y juicio!
Rescatemos Grandes Esperanzas
no permitamos que caiga en el olvido,
cuando recordéis algún fragmento
en clase podremos compartirlo.
Mi madre había arrinconado su sentido
de la culpabilidad en algún sitio,
reanudó contra el Señor Wats
sus comentarios mas ofensivos,
lo creía un tonto de remate
incapaz de valerse por sí mismo,
Lavamos la ropa, mientras
se seca
nos sentamos al sol,
desnudos,
andamos descalzos, lo mas
difícil
es el aburrimiento
nocturno.
Recuerdo la frase: ¿acaso no tienes
tu propia sombra con qué jugar?
me aferro a ella con todas mis
fuerzas
y corro a la casa del Señor Wats.
Subo las escaleras, abro la
habitación
suelto la frase a bocajarro,
el Señor Wats no se alegra de verme
está mohíno, como apesadumbrado.
Reparo apenas en la
pesadumbre de su voz
pero no advierto su exagerada tristeza
abraza el cuerpo de su
esposa
mientras acaricia su
cabeza.
Ella esta como dormida,
su cara muestra una expresión serena,
como disfrutando de una
quietud merecida
tras una prolongada y
fatigosa carrera.
Me decepciona su apática respuesta:
-¿te gustaría escribirlo, Matilda?
en el bolsillo de mi chaqueta blanca
tienes cuanto necesitas-
Que triste resuena su voz
apunto la frase en el cuaderno
al día siguiente al despertarme
madre dice que Grace ha muerto
No podía dejar de preguntarme
si ya estaba muerta cuando escribí la
frase
me avergoncé al recordar mi decepción
cuando el Señor Wats no intento
elogiarme.
Con machetes y bastones
cavan un hoyo en la ladera,
con las manos vacían la fosa,
la última estancia de la negra.
Recuerdo el rumor delicado de los
pasos
y el silencio de los presentes,
el aire húmedo que olía a bosque
y el tintineo de los torrentes
vertiéndose en las luminosas charcas,
eran los sonidos del mundo,
que ajeno al drama de los humanos
seguían adelante con lo suyo.
La gente del pueblo le consolaba
y todos los que a Grace conocieron
ofrecieron al reciente viudo
el propio fragmento de sus recuerdos.
-”Era capaz de permanecer bajo el
agua
mas tiempo que los demás”...
“Era en la escuela la mas inteligente
hablaba con las monjas en alemán”
Acudieron a sus memorias miles de
cosas:
el color de las cintas del pelo,
que llevaba al colegio cuando era
niña
y como perdió un diente delantero.
Lo orgullosa que estaba de sus
primeros zapatos,
tanto es así que los llevaba
a todas partes con ella
aunque siguiera caminando descalza.
Ganó una beca para estudiar en
Australia
en el pueblo muchísimo se alegraron
porque iba a mostrar la inteligencia
de un negro en el mundo de los
blancos.
-Cuando regresó al pueblo sin
carrera
acompañada de un hombre blanco
no comprendimos que estaba enferma
ni supimos comportarnos-
Llevaban los rebeldes tres años en la
selva
tendiendo trampas a los “Pieles
Rojas”
portaban armas de otra guerra
sucios jirones lucían sus
ropas.
Llegaron a la aldea sin previo aviso
buscando mujeres con quien
desahogarse
madre se coloca ante el refugio
protegiéndome
ignora la magnitud de su paciencia y
aguante
Quieren saber porqué permanece
un hombre blanco entre los negros
el Señor Wats comienza su relato
-Matilda- me dijo- ve
traduciendo:
Cuando su padre desapareció en el mar
se olvido del niño su madre borracha,
fue criado por la señora Ryan
una reclusa con una enorme casa.
Él ayudaba a la anciana en el jardín,
ella le dejó la casa en herencia,
dividió en dos la casa y alquiló
una parte a una guapísima negra.
No conocía a nadie que tuviera
una mirada tan traviesa y pícara
un simple y delgado tabique
separaba sus cotidianas vidas.
La imaginaba guisando, llenando la
bañera,
es experto reconociendo sus
movimientos,
la sospechaba en el suelo aovillada
con los pies ocultos bajo el redondo
trasero,
como cuando iba a cobrarle el
alquiler,
los sábados hacía la colada y se
lavaba el pelo,
él esperaba impaciente ante su
ventana
ver pasar el chorreante cortejo.
Fue azotada por intensos vientos
la fachada lateral de la casa,
los tejados salieron despedidos
desapareció el tabique que los
separaba.
Pusieron en su lugar una mesa de
madera
cada uno la utilizaba por su lado,
hasta que ella acercó posturas
y asiendo su mano la apoyó en su
regazo
Nació y murió su niña Sarah
es así como un hombre blanco
en mulato se transforma
y el negro se convierte blanco.
Grace había escrito el nombre de sus
parientes
en la habitación desocupada,
para que ella eligiera a su gusto,
él escribió las más útiles soflamas:
la historia del mundo entero,
cosas que te indican donde está tu
casa,
como interpretar los sueños
o como encontrar tu perdida alma.
El dolor por su pérdida hizo
que Grace cayera en una depresión,
no se levantaba no hablaba,
el Señor Wats imaginó
que la única manera de curarla
era que ella se reinventara,
La Reina de Saba entró en sus vidas
mujer negra, hermosa y muy sabia
que buscó a Salomón para rivalizar
con la sabiduría del rey tan
legendaria
el Señor Wats con su nariz de payaso
tirando de un carrito la paseaba.
Al oír al Señor Wats los rambos
callaban
hasta los árboles prestaban atención,
también las ancianas escuchaban
con el respeto que reservan a la
oración.
La señora Sutton media su riqueza
por la cantidad de sueños que tenía,
los escribía en un papel
y envolvía con él una piedrecita,
después lo metía en el bolsillo de su
ropa,
cuando al verla se mofaba su marido
se retiraba a esperar en un lugar silencioso
el regreso del sueño hecho añicos.
Pero un buen día no regresó
y su marido salió a buscarla,
la habían visto dirigirse al río
encontró un papel en el agua.
Llevaba escrita la palabra “efímeras”
fue a la biblioteca, buscó en sus
archivos,
supo que las efímeras viven hasta 3
años
en el limbo del lecho del río.
Cuando mueren salen de las aguas
y se convierten en insecto alado
las persiguen hasta fecundarlas
montones de insectos machos.
Las efímeras vuelan río arriba
bombardean con sus huevas el agua
cuando acaban caen agotadas al río
y alimentan a las ranas.
El señor Sutton vadeaba el arroyo
intentando ver a través del agua
donde podía encontrarse su mujer
con varios millones de larvas.
Después, gritando y armando jaleo
trataba de alcanzar a las ranas
con los cantos y las piedras
que en sus bolsillos portaba.
Seguí al Señor Wats colina arriba
y me pidió guardar un secreto,
dentro de cuatro días llega un barco
el padre de Gilbert nos llevará a su
encuentro.
Llegaremos a las islas Salomón
también madre vendrá con nosotros,
parte de mi empezó a despedirse
de las cosas que llenan mi entorno,
de los trinos de los pájaros al
amanecer,
de los árboles del inestable cielo,
de los impetuosos torrentes de las
montañas
de los singulares ruidos de los
cerdos.
Una mañana al levantarnos
los “Rambos” habían desaparecido
llegaron los “Pieles Rojas”
trayendo con ellos a un rebelde
herido.
Le pidieron que señalara al Señor Pip
y él señaló hacia el colegio...
Descuartizaron al Señor Wats
echaron sus trozos a los cerdos.
¡Alguien ha visto algo? los “Pieles
Rojas”
irónicamente preguntaron
-Yo lo he visto todo- aseguró
con orgullo
Daniel, un niño mentalmente
retrasado.
Se lo llevaron hacia la selva
su abuela pidió acompañarlo,
madre, en un alarde de valentía dijo:
-señor, yo he visto descuartizar al
blanco
estoy aquí como testigo ante dios
era un buen hombre y lo han matado-
La abofetearon, la llevaron al bosque
y entre varios la violaron.
Corrí a la selva buscando a mi madre
quería saber que ocurría,
madre ofreció su vida a cambio
de que respetaran la mía.
Tras violarla en mi presencia
corrió la suerte del maestro,
con un machete la descuartizaron
y se la comieron los cerdos.
Nos movíamos como espectros
para llevar a cabo las labores
funerarias,
mi corazón seguía latiendo
aunque yo le pedía que parara.
Cuando los “Pieles Rojas” se
marcharon
sacrificamos y sepultamos a los
cerdos,
fue lo único que se nos ocurrió para
darles
al Señor Wats y a madre un digno
entierro.
Se desborda el río, se arremolina
al llegar las lluvias torrenciales
se desprende, invade orillas
se queda atrapado en espirales.
Un muro de agua me arrastró al río
pensé en acabar con todo y dejarme
morir,
pero entendí cuando me ahogaba en el
fondo
que debía luchar por sobrevivir.
Choqué contra un tronco
grande
aferrarme a él, salvó mi
vida
la llamé señor Jaggers, como el hombre
que salvó a Pip, mi amigo
en la fantasía.
Apareció remontando el río
el padre de Gilbert con su barca,
navegamos mar adentro al encuentro
del barco que nos llevaría a
Australia.
Divisé a mi padre en el aeropuerto
había venido a buscarme
imaginé mil respuestas cuando
preguntara
porqué no había venido madre
Pero no hubo preguntas indiscretas,
tan solo una última mirada
al avión solitario parado en la pista
del que ninguna persona más se
apeaba.
Había comprado cuatro pasteles, uno
por cada cumpleaños no celebrado,
conseguí un ejemplar de Grandes
Esperanzas
en el instituto de mi barrio.
Apenas reconocí el libro, tome
conciencia
de una verdad desagradable,
el Señor Wats había reescrito la obra
atendiendo a lo esencial, suavizando
las frases,
para ayudarnos a llegar a un lugar
mas definido en nuestras cabezas,
a no ser por los nombres tan sabidos
no hubiera reconocido la obra
maestra.
Me licencié, mi padre vino a verme
llevaba a María colgada del brazo
era la filipina que limpiaba la casa
y en ella se había instalado
Agradecí que vivieran
juntos
ahora ellos necesitaban
su espacio,
y yo no tendría que
volver a Townsville
empezaría a buscar un
trabajo.
No quería olvidar a mi madre
pero cuando evocaba su recuerdo
su imagen y voz venían a visitarme
a lomos de espantosos sucesos.
Con ella llegaban los “Pieles Rojas”
olía su miedo como si estuviese a mi lado,
a veces quería mantener cerrada la
puerta
de ese espacio donde la había
guardado.
Pero madre era capaz de pillarme por
sorpresa
porque ella tenía su propio horario,
abría esa puerta se ponía en jarras
para reprenderme y censurar mis
actos.
Grandes esperanzas fue el
único libro
que me regaló un mundo
nuevo,
en un momento en que lo
necesita
con absoluto desespero.
Me enseñó que puedes
ponerte en la piel
de otro como si fuera la tuya,
incluso cuando esa piel
es blanca
y tu negra como la noche
oscura.
Quise conocer el entorno
del Señor Wats
me alojé en un albergue
muy concurrido,
consulté la guía de
teléfono
enseguida di con su
domicilio.
Su esposa se llamaba June
Wats
le dije que quería hablar con
ella,
que su esposo fue mi maestro
me dio la dirección de su residencia.
Dijo: -me casé con un hombre débil
e imbécil,
lo pillaba con la oreja pegada a la
pared
debería haberme abandonado -me dijo-
tras ofrecerme unas pastas y té.
Grace siempre sonreía
debería haber sospechado algo
sobre todo cuando la internaron
y él la visitaba en hospital
psiquiátrico.
Me habló de la afición de su esposo
por un teatro de aficionados,
me enseñó reseñas de
representaciones,
fotografías de su esposo disfrazado.
Tom llevaba una nariz roja, la reina
de Saba
iba en un carrito arrastrada por él,
símbolo de la unión de sus mentes,
Grace no fue capaz de salir del papel.
Quise conocer la ciudad de Dickens,
el hombre
que escribe de forma tan conmovedora
acerca de las penurias de los huérfanos
en una sociedad tan arrolladora.
A Dickens le preocupaba que la casa ahogara
las ambiciones de sus descendientes,
quiso que sus hijos salieran al mundo
a ganarse el pan con el sudor de sus
frentes:
-no sabéis cuanto lamento
en lo mas hondo del corazón
separarme de vosotros, pero la mitad
de la vida es un constante adiós.
En el mundo os haréis hombres
desarrollareis vuestras aptitudes
naturales,
el dejar vuestras raíces son solo
penas que deben soportarse-
Fui al viejo hospicio de Brunswick
Square
ahora convertido en museo,
cubren las pareces escenas pictóricas
del orfanato en otros tiempos.
Hay escenas de madres guardando cola
para entregar a sus hijos recién
nacidos,
en sus caras no hay rastro de
angustia
parece que fuera un acto idílico.
Había vitrinas llenas de objetos
que las madres dejaban en las
canastillas,
pero al momentos les cambiaban el
nombre
para comenzar una nueva vida.
Como un médico diría cogí una depresión
pasé seis días en la cama agotada,
cuando estás en las garras de algo así
ponerle nombre no sirve de nada.
Te sumerges en una oscura cueva
hasta que un rayito de luz se amplía
la cueva queda atrás y te encuentras
libre a plena luz del día
Un día sentí el deseo de hacer algo
que durante tiempo había postergado
recordé que mi voz era especial
como el Señor Wats me había enseñado,
que era algo que no debía olvidar
cada vez que la utilizara,
que al margen de lo que me pase en la
vida
nadie podría arrebatármela.
Cogí una hoja y escribí:
“Todo el mundo lo llamaba Ojos
Saltones!
en medio del silencio sonreí
escuché al Señor Wats animándome
La historia de Pip era la mía
aunque yo fuera una niña y tuviera
la sangre como un resplandeciente día
y la piel como la noche negra
Pip era mi historia y al día
siguiente
lo intentaría donde él había fallado.
Trataría de volver a casa
y reconciliarme con mi pasado.
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